Perderse entre el azul del mar y del cielo, sentir el sabor a sal en los labios y el sol intenso en el rostro es la realidad que día a día viven los pescadores cubanos, cuya labor afronta los desafíos propios de la difícil situación actual que atraviesa el país y trabajan para garantizar el alimento necesario en los hogares.
Respeto y fe ciega de miles de hombres que ven en las embarcaciones no solo un medio de transporte, sino parte de sus vidas, pues confían en la calidad de estas construcciones. Así lo garantiza la empresa Ceprona, creadora de proyectos, obras hidrotécnicas y servicios navales e industriales para clientes nacionales y extranjeros, la cual avanza hacia una producción de calidad hace ya más de 40 años.
Carlos Álvarez Candelario, director general de la oficina central de La Habana, aseveró: “Las condiciones de los navíos han cambiado notablemente para mejorar la vida de los obreros, los cuales cuentan con un camarote confortable para un mejor descanso”.
Agregó que han implementado un proyecto de barcos plásticos para favorecer la vida a bordo, la faena de pesca y aportar mayor almacenamiento para la captura.
Con una visión renovada y segura
Ceprona mantiene el compromiso de innovación y perfeccionamiento de los barcos; implementa transformaciones como el uso de motores de propulsión modernos para el traslado a una superior velocidad, el ahorro de combustible y más larga permanencia en la zona de pesca sin regresar al puerto.
La mayor parte de la materia prima utilizada por la entidad es importada y acceder a esta es complejo. Al respecto Álvarez Candelario explicó que “la causa principal es el bloqueo económico y financiero, el cual nos obliga a comercializar con terceros países y que la materia prima demore varios meses en alta mar antes de llegar a tierras cubanas”.
Sin embargo, precisó que esto no constituye un impedimento para desarrollar otras alternativas como la creación de quioscos, mesas, techos de ómnibus, sombrillas y bañeras para hoteles, salvavidas, jardineras, catamaranes, bicicletas acuáticas, muelles flotantes, kayaks, entre otros.
El desarrollo de estrategias como estas les permitieron en el año 2023 sobrecumplir su plan de producción de 31 millones de pesos hasta 48 millones, y cerrar con un balance favorable de utilidades.
El relevo es necesario para seguir creando
La empresa Ceprona lucha con la fluctuación de la fuerza laboral. La plantilla actual posee alrededor de 550 trabajadores, en su mayoría en función de reparar toda la flota del camarón, de la langosta y de especies de escama. La desaparición del antiguo centro de estudios politécnicos Aracelio Iglesias, especializado en construcción y reparación naval, fue sin duda un factor que influyó en la disminución de la formación de profesionales.
Natasha Águila Valdés, especialista en gestión comercial de la institución, comenta que es preciso capacitar a personas en el sector, pues debido a nuestra posición geográfica la pesca siempre tendrá una significativa importancia económica para el país. “Para ello impartimos cursos, talleres de capacitación, foros de ciencia y técnica. Aunque haya disminuido la nómina estamos orgullosos de nuestros miembros”.
A Ceprona pertenecen siete unidades empresariales de base (UEB), una de ellas es la UEB Chullima, ubicada a orillas del río Almendares. Ariel Laplume Delgado, director adjunto, y Oscar García Portillo, jefe de producción de esta UEB declararon que los botes fabricados están destinados principalmente a la acuicultura. Asimismo, elaboran cajas para alevines, las puertas y ventanas de las nuevas embarcaciones para sustituir la importación como una alternativa ante la falta de ellas, que impedía la salida al mar de las ya terminadas.
Esta innovación los hizo merecedores de premios en foros de ciencia y técnica, eventos habituales en los que participan todas las UEB pertenecientes a la entidad con el objetivo de encontrar mejoras en sus procesos productivos.