Nacer para vivir en otra parte

Nacer para vivir en otra parte

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La historia de la huma­nidad comenzó al norte de África, desde allí se pobló el resto del mundo. Esto quiere decir que todos los huma­nos tenemos algo de migrantes, aunque algunos hayamos echado raíces bien profundas en la porción de tierra que nos vio nacer.

Número de migrantes internacionales

 

Miles de años después las cosas no han cambiado mucho. Las per­sonas emigran en busca de mejores condiciones de vida, de entornos más seguros, con mayores oportu­nidades económicas o para escapar de conflictos armados y desastres naturales. También hay quien lo hace por amor, pero eso es tema para otra indagación.

La aparición de los Estados na­cionales (Era Moderna) complejizó el fenómeno. La migración empe­zó a entenderse como interna (sin cruzar fronteras) o internacional. La Revolución Industrial, por su parte, profundizó las diferencias entre la vida en el campo y las ciu­dades, lo cual provocó un pico del llamado éxodo rural, migración que aún persiste, sobre todo en las naciones del Sur.

Las cifras que ofrece la Divi­sión de Población del Departa­mento de Asuntos Económicos y Sociales (Desa), de las Naciones Unidas ubican el número actual de migrantes internacionales en los 281 millones (3,6 % de la población mundial), superior en 128 millones al dato de 1990, tres veces mayor que el de 1970. Nunca antes hubo tantas personas viviendo fuera del país donde nacieron.

 

¿De dónde son los migrantes?

Entre los años 1800 y 1950 hubo una gran ola migratoria europea hacia Australia y principalmen­te América, a la que se sumaron pobladores originarios del Medio Oriente y de Japón. Todos ellos en­riquecieron el abanico multicultu­ral aborigen que existía en la re­gión, marcado por la herencia del colonialismo y la esclavitud.

Dos siglos después, cuando el impetuoso grupo poblacional de migrantes sube a un ritmo que su­pera el crecimiento de la población mundial, América Latina y el Ca­ribe es más emisor que receptor de migrantes. Según estadísticas de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), es esa la re­gión que registra los mayores flujos migratorios del mundo, con más de 41 millones de sus nativos lejos de su país de origen.

La migración africana, en cambio, es sobre todo intrarregio­nal. Hay alrededor de 21 millones de personas que no viven donde nacieron. En el año 2015 eran de 18 millones. Aquí vale recordar que están activos varios acuerdos su­bregionales de libre circulación. El número de africanos en otras re­giones es de unos 17 millones, con la mayoría (11 millones) de ellos en Europa.

Los acuerdos de libre circula­ción en Europa explican, en gran medida, los 44 millones de migran­tes intrarregionales. El continente se distingue por el aumento sig­nificativo de la migración desde otras regiones en el siglo XXI. En el 2020 más de 40 millones de estos últimos vivían en el llamado Viejo Continente.

Expertos del Centro de Es­tudios Demográficos de la Uni­versidad de La Habana (Cedem) aseguran que hoy se refuerza la tendencia a desplazamientos tem­porales, a la incorporación al mer­cado laboral en los sectores de los servicios, la construcción y el co­mercio, hacia ciudades grandes y a otras con ventajas comparativas a los lugares de origen. Reconocen además el protagonismo de las re­mesas en el vínculo entre países, territorios, poblaciones y familias.

La Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, aprobada por la Asamblea General de la ONU (2016), refiere que: “Nin­gún Estado puede por sí solo ges­tionar esos desplazamientos. (…) Se necesita una mayor cooperación in­ternacional para ayudar a los países y las comunidades de acogida”.

En tiempos de narcotráfico, terrorismo internacional y tráfico ilegal de personas, gestionar el de­recho a la libre circulación refren­dado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos entraña la búsqueda de un equilibrio, siem­pre frágil, entre las atribuciones de los Estados y los deberes para con los migrantes.

No es posible discutir la potes­tad de las autoridades nacionales para determinar qué extranjeros admite en su territorio y cuáles re­chaza, especialmente cuando ar­gumentan cuestiones de seguridad nacional. Pero, en igual medida, la comunidad internacional no puede aceptar retrocesos en materia legis­lativa, ni la politización del tema.

El más reciente plan estratégi­co de la OIM (2024-2028) ha rati­ficado entre sus propósitos funda­mentales salvar vidas y proteger a las personas en movimiento, im­pulsar soluciones al desplazamien­to y facilitar vías para la migra­ción regular.

 

Cuba, igual, pero distinta

La Mayor de las Antillas vive en la actualidad una ola migratoria sin precedentes. Cifras citadas recien­temente por el Ministerio de Rela­ciones Exteriores hablan de 600 mil cubanos que han cruzado la fron­tera sur de Estados Unidos en los últimos años. Otros miles han emi­grado a otras partes del mundo.

Datos del Buró del Censo de EE. UU. del 2017 reportaban poco más de 2 millones de personas de origen cubano con residencia en ese país. De ellos, el 70 % vivía en el estado de la Florida y la mayoría en el Condado de Miami-Dade.

Investigadores del Cedem ex­plican en el artículo La migración internacional de cubanos. Esce­narios actuales, que los flujos de la migración cubana, “desde el prisma económico, se encuentran condicionados por la contradicción existente entre el desarrollo de un alto capital humano —objetivo esencial del socialismo— y la falta de condiciones requeridas para ab­sorberlo a plenitud y satisfacer las necesidades y expectativas de esos sectores profesionales, como con­secuencia del nivel de desarrollo existente en el país”.

A esto hay que añadir el im­pacto que tienen en la vida coti­diana de los cubanos la crisis eco­nómica mundial y, especialmente, más de seis décadas de bloqueo económico, comercial y financiero de EE. UU., reforzado por sancio­nes de precisión quirúrgica im­puestas por el Gobierno de Donald Trump y mantenidas por el actual mandatario Joe Biden.

En este contexto tuvo lugar una reciente ronda de conversa­ciones bilaterales con autorida­des de la potencia norteña don­de la parte cubana remarcó la incoherencia entre la política deEE. UU. para con Cuba y el com­promiso de garantizar una migra­ción regular, segura y ordenada pactado en los Acuerdos Migrato­rios de 1994.

 

Migración en cifras
  • Un 3 % de la población mundial vive fuera de su país de origen.
  • Hombres migrantes: 52 %.
  • Mujeres migrantes: 48 % (la brecha de género va en aumento).
  • Entre el 2014 y el 2020 más de 63 mil migrantes murieron en el intento.
  • 41 millones de los migrantes son menores de 20 años.
  • Casi tres de cada cuatro migrantes están en edad laboral (20-64 años).
  • El 67 % de los trabajadores migrantes reside en países de altos ingresos.
  • Destino de los migrantes internacionales: Asia y Europa (31 % en cada uno), América del Norte (21 %), África (9 %), América Latina y el Caribe (5 %) y Oceanía (3 %).
  • Ruta migratoria marítima más mortífera: Mediterráneo central (al menos 22 mil 871 muertes).
  • Ruta migratoria terrestre más letal: frontera entre Estados Unidos y México.

fuente: OIM (2020)

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