Una década cultivando melodía

Una década cultivando melodía

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Desde hace diez años el mapa amplio y diverso de la música cubana cuenta con una agrupación que cultiva la música popular bailable con buen tino. Se trata de Jorgito Melodía y su orquesta, dirigida por Jorge Greenidge Rosales (La Habana, 16 de marzo de 1982), quien además es cantante, clarinetista, compositor y arreglista.

 

 

Las largas horas dedicadas al estudio del clarinete hablan del rigor con que asumió la música desde niño. También explican el apodo de Melodía que con que le bautizaron amigos y vecinos.

“En la escuela me gustaba cantar, cuenta, por eso los organizadores de Ashé Musical, un grupo musical que teníamos en el Conservatorio Alejando García Caturla, me invitaron a entrar como vocalista. Fue una experiencia muy bonita, éramos niños y nos orientamos hacia la música popular bailable de la que ya nunca he podido salir”.

Tras 25 años de carrera profesional, diez de ellos con Jorgito Melodía y su orquesta, el músico reconoce que le queda mucho por aprender y entregar.

En el 2019 salió el primer fonograma de la orquesta (Prosperidad, editado por la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, EGREM), nominado a los premios Cubadisco de ese año en la categoría de Música Popular. Contiene diez temas, cinco compuestos por Greenidge Rosales.

El disco tuvo a Vania Borges y Beatriz Márquez como figuras invitadas. La primera en el tema Amantes, emblemático de la orquesta; mientras que con la Musicalísima cantó la balada No me podrás olvidar: “Fue la primera vez que me desdoblé en ese estilo, mucha gente quedó agradablemente sorprendida. Nunca dejo de agradecer a ambas la extraordinaria oportunidad de cantar junto a ellas”, confesó.

Para Pupi Pedroso, uno de los mentores de Jorgito, Proposiciones ofrece “un compendio de géneros y formas de hacer la música popular cubana, con posibilidades tímbricas y rítmicas que inspiran al bailador, además de un tratamiento amplio de sonoridades expresivas basadas en nuestras raíces musicales”.

Cinco años más tarde llega el segundo disco de la agrupación. Se titula Llegó la melodía. Es una producción independiente que recrea ritmos y géneros de la música popular bailable cubana. Todos los temas fueron compuestos por Greenidge Rosales y la obra está siendo evaluado por el jurado del premio Cubadisco.

Actualmente, la agrupación realiza un programa de presentaciones en distintas localidades del país para festejar sus primeros diez años de quehacer. Sigue trabajando en temas nuevos, entre ellos uno recién grabado con Mayito Rivera, el que esperan incluir en el tercer disco, esta vez pactado con BisMusic y Emilio Vega como productor.

¿Cómo ves la orquesta diez años después del primer concierto?

Diez años es poco para todo lo que un músico debe aprender, no obstante, estoy contento. Estamos disfrutando el aniversario y la celebración que ha organizado el Centro Nacional de Música Popular. Este tiempo ha servido para superarme y la certeza de haberlo conseguido me da fuerzas para continuar.

La gente ha llegado a querer a la Melodía, hemos consolidado un sello que nos distingue, a partir, sobre todo, de las voces. Soy la voz líder, la cara más visible, y las personas me relacionan con una agrupación que, a su vez, ha permitido expresar mi manera de sentir la vida y de hacer música.

¿Qué prefiere Jorgito, las presentaciones en vivo o el trabajo de compositor y arreglista?

Las dos formas de hacer música son importantes. Cuando estás frente al público la respuesta es inmediata, tus seguidores responden, la gente se divierte, disfrutan, te felicitan y piden más… Eso me enorgullece, me regocija, y le da sentido a ese otro trabajo que mencionas, el cual también exige horas y esfuerzo.

Las dos cosas hay que llevarlas a la par. Cuando tengo un tema nuevo, lo monto y lo pruebo en vivo, tal como me enseñaron los grandes maestros. Si con el público no funciona, ni lo grabo.

¿Entiendes la orquesta como un espacio para la experimentación entonces?

Así es. Debo reconocer que soy perfeccionista, cada nuevo tema me genera mucha incertidumbre. Lo compongo y arreglo musicalmente, lo canto y hasta lo grabo, pero me cuesta darlo por concluido. Siempre hay algo que puede mejorarse. Creo que es parte de mi proceso natural como creador, y a veces me pongo obsesivo.

Reconozco que la última palabra la tiene el público, es quien legitima nuestro trabajo. Las personas son libres de elegir si les gusta o no, pero eso no me tranquiliza, la realidad es que componer resulta complicado para mí.

Te pongo un ejemplo. En las últimas semanas hemos estado montando un tema que se titula Destruida y sin aplausos. Lo escribí a partir de una historia real que me contó mi representante Blanca Recodé. Quienes lo han escuchado piensan que ya está listo, pero yo siento que faltan detalles por corregir antes de hacer la grabación definitiva.

 

Ese rigor demora el proceso, pero también puede ser una garantía de calidad, ¿no es cierto?

Eso me han comentado.

 

Se percibe un concienzudo trabajo en las letras ¿por eso prefiere los temas de su autoría?

Le doy mucha importancia a los textos. Casi todas las letras de la agrupación son mías, y como soy el cantante, cuando interpreto alguna que no lo es y encuentro algo que se sale de lo que debe ser el respeto al público, lo corrijo. A ese respeto agrego el que siento por mi trabajo, y por mí.

En mis canciones es importante la melodía, la cadencia con que yo siento las cosas, y también el mensaje, me interesa que llegue a las personas con claridad, sin vulgaridades. Puede suceder que haya personas que reaccionen bien a la grosería, y hasta la esperen, pero nunca podré complacerlos. Lo mío es hacer buena música, que la gente pueda identificarse en las historias y con la crónica social.

 

 

¿Cuáles son tus referentes a la hora de componer y de soñar la orquesta?

Yo tuve la oportunidad de trabajar con varias agrupaciones de primer nivel antes de fundar la mía. Especialmente con los maestros Juan Carlos Alfonso, del que aprendí muchísimo; Cesar Pupi Pedroso; y, por último, el Caballero del Son, Adalberto Álvarez.

Ellos me impulsaron a dibujar un camino que se correspondiera con mis inquietudes musicales. En los ensayos, también en los conciertos, había cosas que yo hubiera preferido hacer de manera diferente, a veces se los comentaba. Esos maestros me apoyaron siempre, y contribuyeron a mi formación hasta que decidí tener una agrupación propia.

Ha sido difícil. Muchos pueden advertirte o aconsejarte, pero hay cosas que solo se aprenden sufriendo y cuando suceden nos damos cuenta el rollo en que uno se ha metido. Sí, porque dirigir una orquesta es un rollo tremendo. Exige empeño, tiempo, sacrificio. No faltan desengaños, sufrimientos, tristezas, pero aquí estoy, cumpliendo diez años, y dispuesto a seguir para adelante.

 

¿Quiénes son los músicos de la orquesta?

Tengo músicos increíbles, algunos nos conocemos desde la escuela. Cuando estamos montando algo a veces sucede que esa solución que no se me había ocurrido la aporta uno de ellos. Sus ideas se acomodan perfectamente al sello de la orquesta, no rompen el camino que hemos estado siguiendo.

Son muchachos muy talentosos y, sobre todo, buenas personas. Me siento contento con este equipo y valoro sus opiniones. Somos una escuela donde aprendemos todos. Tenemos 14 músicos en escena, además del sonidista y un equipo de producción. Es complicado mantener la armonía entre tantas personas, pero para mí resulta básico preservar el ambiente familiar y la unidad, por eso escojo bien a los que van a entrar.

Soy religioso y me gusta que fluya una energía positiva entre nosotros, que haya alegría y motivación, eso se percibe cuando te presentas ante el público. Siempre le pido a los músicos que apuesten por lo que estamos haciendo y les explico que cada posición es importante.

Los músicos hemos firmado un contrato de exclusividad con la orquesta, pero algunos hacen colaboraciones con otros proyectos. No tengo problemas con eso siempre que la Melodía tenga prioridad.

 

¿Dónde ha quedado el clarinete?

Amo el clarinete, aunque hace rato que no lo toco. Tengo en planes incluirlo en algunos temas. La música es un código universal y en cualquiera de sus formas y géneros cabe lo mismo un piano, un violín, una flauta o un clarinete. Lo importante es que sea buena música.

 

¿Qué viene después de estas celebraciones por los diez años?

Seguir haciendo música. El público exige cada día más. Queremos ampliar el repertorio de la orquesta, grabar más discos, e incursionar en otros géneros, como el merengue y la rumba, sin abandonar la esencia sonera, timbera y salsera de la Melodía.

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