México: Trasfondo de una puerta rota

México: Trasfondo de una puerta rota

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Por Nubia Piqueras Grosso

La acción de fuerza de presuntos normalistas que el pasado 6 de mar­zo intentaron ingresar al Palacio Nacional y llegar al Salón de Teso­rería, donde el presidente de México ofrecía una de sus habituales confe­rencias de prensa matutinas, tiene mucho trasfondo.

 

Reporteros presentes en el Palacio de Gobierno en el momento de la acción informaron que las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa no estaban entre los manifestantes. En declaraciones a la prensa, Amlo pidió “decirle a los padres que estamos dedicados y estamos avanzando mucho en la investigación, pero lo que sucede es de que ellos están siendo manipulados por el grupo que encabeza Álvarez Icaza, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, grupos conservadores de derecha apoyados por gobiernos extranjeros que lo que quieren es hacernos daño”. Foto: EFE

Dirigentes del gubernamental partido Morena asocian el hecho a la política de descrédito de los adver­sarios de la Cuarta Transformación y de su líder Andrés Manuel López Obrador (Amlo), a quien comenza­ron a llamar narco-presidente como si se tratara de Felipe Calderón, quien sí lo era según se ha confirma­do en el juicio a su secretario de Se­guridad, Genaro García Luna, que tiene lugar en Estados Unidos.

Es muy sintomático que, en la medida en que la candidata presi­dencial por la alianza derechista Fuerza y Corazón por México, Xó­chitl Gálvez, no logra su propósito de subir en las encuestas, se recru­dezca la campaña contra su adver­saria Claudia Sheinbaum y López Obrador.

El trasfondo, según varias fuen­tes, es claro, aunque complicado y nos remite más allá de los límites de México para llegar a la otra orilla del Río Bravo, donde también se vive un proceso electoral.

Para la derecha mexicana es un hecho que Donald Trump será el candidato republicano y, más aún, que derrotará a Joe Biden y volverá a habitar la Casa Blanca. Desde esa posición aplicará, según ha repeti­do, una política bilateral mucho más agresiva, en particular sobre migra­ción, tráfico de drogas y el Tratado de Libre Comercio que comparte con México y Canadá.

Con vistas a hacer realidad su promesa de convertir a América del Norte en la máxima potencia del mundo, a Trump le conviene más una presidenta como Xóchitl Gál­vez, quien ya proclamó una relación estratégica nueva con Estados Uni­dos. Sheinbaum, en cambio, es vista como continuadora de la política de López Obrador, lo cual podría ser una impedimenta para los objetivos hegemonistas del supuesto candida­to republicano.

La lógica aplicada es que todo aquello que perjudique a Amlo y a su Cuarta Transformación debilita­rá a Sheinbaum y abonará en favor de Gálvez, aunque sea por decanta­ción. No es extraño que, para inten­tar mejorar la imagen de esta últi­ma, el conservadurismo mexicano haya tomado como leitmotiv de su campaña de descrédito dos asuntos altamente sensibles para la ciudada­nía: la violencia criminal y el crimen de Ayotzinapa.

Ambos temas tienen tanta im­portancia para la sociedad mexica­na que la oposición se da el lujo de elevarlos a los primeros planos en la campaña contra Amlo y Claudia, aun cuando se conoce que son herencias de los gobiernos de Acción Nacional y Revolucionario Institucional, y que la mayor ansia de la familia mexica­na es eliminar el crimen organizado para que se acaben masacres como la de Ayotzinapa.

La campaña mediática explota esas aristas y le achacan a la Cuar­ta Transformación la proliferación de cárteles y familias mafiosas, así como la participación de estas en la vida social y política de la nación, en particular en las elecciones. Le culpa también del incremento de ho­micidios a candidatos y periodistas, del aumento del tráfico de armas y drogas. Presentan el asunto como si el actual Gobierno fuera causante de esos males y no los combatiera. Confirman que lo mismo pasará con Claudia si sale vencedora.

La campaña proselitista de Gál­vez cambió radicalmente para pre­sentarse como solución a la violencia y otros males sembrados (y poten­ciados) en épocas en las que gober­naban sus mentores. Además, ase­guró el relanzamiento de una nueva unidad estratégica con políticos y empresarios estadounidenses, con quienes se mantiene en contacto.

El presidente López Obrador fue muy claro al señalar que el asalto y la puerta rota en el Palacio no están relacionados con Ayotzinapa, sino que es una provocación para que su Gobierno pierda los estribos y repri­ma a la gente con un tipo de violencia que sepultaría los beneficios logra­dos con la Cuarta Transformación.

La acción no es el derribo de una puerta en el Palacio de Gobier­no, sino una operación de trasfondo político en un clima de campaña electoral que apenas ha comenzado. Tal como advirtió José Martí en su artículo sobre la Conferencia Mone­taria de las Repúblicas de América, en mayo de 1891: “A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la políti­ca, lo real es lo que no se ve”.

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