RETRATOS: La profe más querida

RETRATOS: La profe más querida

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Hace algunos años, una llamada telefónica me sorprendió. “¿Sabes quién te habla?”, dijo a través del auricular una voz dulce y cariñosa. Traté de buscar en los recuerdos de quién se trataba, pero me era imposible. Ella, pronto, aclaró la duda. “Soy Xiomara, la profesora de Geografía, llamé a la casa de tu familia, en Artemisa, y me facilitaron la forma de comunicarme contigo”.

 

“El tiempo ha pasado y aún me reconforta el cariño de mis estudiantes”, asegura Xiomara Pérez. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

Enseguida vino a mi mente la profe querida, atenta, dispuesta a apoyar a sus alumnos. Así recomencé el intercambio con quien fue también maestra de todos mis hermanos, quienes pasaron por la otrora Escuela Secundaria Básica en el Campo (ESBEC) República Socialista de Checoslovaquia, en tierra artemiseña.

Aún la profe Xiomara desborda dulzura en cada una de sus palabras. En su natal Guanajay, municipio de la actual provincia de Artemisa, está su huella por doquier. Ella rememora que fue una niña intranquila y curiosa. Sus padres, Angelito Pérez y Nilda Hernández, siempre creyeron que la hija sería veterinaria, por el gusto tan grande que tenía por los animales.

“Yo lo mismo cogía un majá y me lo enroscaba en el cuello, que ponía los alacranes a caminar por mis brazos. No le temía a nada”, recuerda.

Pero también era locuaz, disfrutaba escuchar las anécdotas de los ancianos, respetaba a sus maestros, leía con pasión y, además, descubrió que le gustaba enseñar.

El Pedagógico la conquistó

Estaba en la ESBEC Mártires de Kent, inaugurada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, cuando conoció el amor. Tenía 14 años y se enamoró perdidamente de José Alberto Bencomo, joven baterista, que con los años se convertiría en meteorólogo y también en su esposo.

“Cuando Fidel hace su primera visita a la escuela, José Alberto habló con él y le planteó la idea de hacer un grupo musical. El Comandante le preguntó qué le hacía falta para empezar las prácticas. Él respondió que una batería y el resto de los instrumentos musicales.

“Fidel le puso la mano en el hombro y entonces le expresó que le diera la lista a René Vallejo, quien era su médico y ayudante. Y por supuesto, se formó el grupo. José Alberto se convirtió en un adorable baterista.

“Jamás se me olvidarán aquellos maravillosos momentos. En ese lugar entrañable, nos hicimos novios el 3 de octubre de 1970 y, desde entonces, siempre hemos estado juntos”, afirma.

Después llegó su otra gran pasión: el magisterio. “Integré el segundo contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Nos formamos en la Filial Pedagógica Camila Henríquez Ureña, en Ceiba del Agua, municipio de Caimito. Ahí compartí con valiosos compañeros”.

 

Muy joven integró el Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

Varias generaciones gozaron de la magia de las clases impartidas por Xiomara. “Di la asignatura de Geografía en varias ESBEC: Mártires de Kent, la Checa, en la Antonio Maceo; además, en el Instituto Preuniversitario en el Campo República Popular del Congo, en la Escuela Secundaria Básica Orlando Nodarse, y en el Instituto Preuniversitario Urbano República de Indonesia, así como en la Facultad Obrera Campesina Julio Antonio Mella.

 

Xiomara (de izquierda a derecha, de pie, es la tercera), junto a compañeros del Pedagógico. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

“Educar es una obra de infinito amor; para mí, el magisterio ha sido algo encantador. El tiempo ha pasado y aún me reconforta el cariño de mis estudiantes”, refiere y manifiesta que los reencuentros con sus antiguos alumnos son instantes maravillosos que llenan su alma.

Cuenta que la vida la premió con dos hijos extraordinarios: “Maressa y Joan Marcel; ella es graduada en Comunicación Social, y él siguió los pasos de su papá, pues concluyó estudios en la Escuela de Instructores de Arte y hoy es baterista”, declara y asegura que la felicidad del hogar se completó con la llegada de los dos nietos: Rafael Daniel y la pequeña Analiz.

“Por problemas de salud, tuve que retirarme hace cinco años. ¡Pero, cómo se extraña nuestra linda labor!”, alega. Lo cierto es que Xiomara nunca ha dejado de ser maestra; aún, desde la distancia, mantiene la preocupación constante por sus “muchachos” (la mayoría ya peina canas). Ella se convirtió en familia, y lo más importante, habita en el corazón de muchas generaciones de estudiantes que la ven como una madre o una hermana mayor.

 

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Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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