Las carencias de mi pueblo son también mías

Las carencias de mi pueblo son también mías

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“Nunca he dejado de ser cubano ni me he tomado la Coca Cola del olvido. Hace más de 30 años salí del país por voluntad propia y nada de lo que sucede acá me resulta ajeno. De Cuba recuerdo todo, los momentos buenos y también los malos”, confesó Ángel Rolando Ruiz, graduado de enfermero en Sancti Spíritus y radicado en Miami, Estados Unidos.

 

Foto: Joaquín Hernández Mena

No obstante vivir en una de las ciudades donde la cubanidad puede sorprenderte a la vuelta de cualquier esquina, Ángel reconoce que “a veces quisiera estar aquí, aunque sea verdad que no hay agua, luz ni comida. Esa sensación triste de no pertenecer, de no estar en tu tierra, es perenne.

“Durante años he venido a La Habana como parte de brigadas de solidaridad y en viajes organizados por la Iglesia Católica, vinculados, sobre todo, al Consejo Ecuménico de Cuba. Aunque, mi relación más fuerte ha sido a través de Centro Nacional de Educación Sexual y la doctora Mariela Castro quien, ha sido ejemplo e inspiración para mí”.

Además del respaldo a su tierra natal y el activismo LGTB, Ángel Rolando dedica gran parte de su tiempo a su trabajo como organizador del Sindicato de Trabajadores de la Salud de los Estados Unidos, que agrupa a enfermeros, asistentes de enfermería, así como a empleados de hospitales y asilos de ancianos. “Nos toca reclamar salarios más justos e incrementar los beneficios refrendados en los contratos, entre otros derechos por los que luchamos.

“La afiliación es voluntaria, actualmente somos más de un millón. Garantizamos acompañamiento de un delegado sindical en caso de reclamaciones ante el director, supervisor, la gerencia de Recursos Humanos, o cualquier otro administrativo.  A veces adoptan decisiones verdaderamente injustas, por ejemplo, cuando despiden a un empleado por su edad, por supuesta incompetencia, o por algún error que no merece tal sanción, ahí entramos como sindicato para apoyar. También nos corresponde organizar al gremio para reclamar aumentos salariales y que mejoren las condiciones de trabajo.

“La Florida pertenece al grupo de estados donde impera el right to work, lo cual significa que sus leyes laborales amparan el despido sin previo aviso. En esos casos el sindicato ofrece ayuda legal. Somos una sombrilla que cobija a todos los trabajadores, especialmente a los afiliados, quienes pagan el 2 % de su salario bruto mensual a la organización”.

Por estos días la organización batalla por una asignación justa de trabajo: “Antiguamente tratábamos una cantidad aceptable de pacientes por jornada, podíamos dedicarles tiempo, conversar con ellos. Ahora las corporaciones han incrementado esa cifra, lo que va en detrimento de la calidad del servicio y representa jornadas extenuantes para los empleados. La atención termina siendo como en un car wash, lava y vete. No es justo para los pacientes, cuyos familiares pagan ese servicio, ni para los trabajadores.

“Durante la pandemia del COVID-19 salimos a la calle a protestar para que nos garantizaran medios de protección y mejoras salariales, pues muchas personas dejaron de trabajar y se recargaron las jornadas. Gracias a esa movilización se consiguió subir los salarios o se pagaron bonos por horas. Recientemente ganamos la cruzada por los 15 dólares por hora para los asistentes de enfermería de los hogares de ancianos, pero seguimos luchando por más.

“Como ciudadano estadounidense podría decir que no me afecta el bloqueo, pero estaría mintiendo, las carencias de mi pueblo son también mías. A nivel mundial la situación económica es difícil para muchas naciones, pero es hora de que la terquedad, el orgullo y el ansia de poder queden a un lado para resolver los conflictos que afectan la relación entre Cuba y Estados Unidos. Es injusto lo que está sucediendo con Cuba y se necesita el apoyo del mundo entero.

“Estuve al tanto de las conferencias anteriores de La Nación y la Emigración, aunque esta es la primera en la que participo directamente. Mantengo viva la esperanza de no encontrar una conversación entre un parlante y un sordo, los cubanos que vivimos fuera queremos participar, contribuir a resolver esos problemas de la nación que atañen a todos”.

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