Cargando...Desde el principio dijimos que el pronóstico de 18 a 22 títulos y alrededor de 60 a 65 preseas totales parecía conservador, pero que ni siquiera eso era lo más importante a disfrutar en los XIX Juegos Panamericanos. Escribimos que de 25 a 30 sería una actuación brillante atemperada al contexto, en tanto nos veíamos peleando del quinto al sexto escaño en el medallero.
La realidad casi no traicionó esos arriesgados pronósticos periodísticos y una lid múltiple volvió a enseñarnos actuaciones calientes, hirvientes y fuera de todo cálculo (tal y como siempre pasa en estas citas) y otras bien heladas, incluso por debajo de planificaciones casi seguras. Tocarán aplausos y análisis, pues es la única forma de arribar a París 2024 con la mayor cantidad de boletos posibles.
En orden de jerarquía hay cuatro deportes que sobresalieron cuantitativa y cualitativamente, así como por las historias humanas que nos dejaron. El judo y su triunfo “corta-vena” contra Brasil en la discusión del título por equipos. La lucha con sus 16 preseas en 18 divisiones, ocho de ellas bien amarillas. El atletismo al llevar siete coronas a sus vitrinas y el tenis de mesa, que sacó par de doradas inesperadas y obtuvieron boleto olímpico en el doble mixto.
Las pesas aportaron el primer oro y se superaron respecto a Lima 2019, en tanto los boxeadores no solo retrocedieron, sino que solo tres de los siete hombres se vieron a plenitud para pelear por coronas que además daban cupos hacia París 2024. El canotaje nos dejó a la espera de una tercera dorada con el doble femenino de la canoa; mientras en el tiro deportivo, con lo que más vale y brilla de América, el pistolero mayor Leuris Pupo, fue el único que levantó la cruz. Enorme alegría todavía nos deja pensar en la regata del ocho con timonel en remo.
Por supuesto, en el orden personal varios nombres impresionaron: la judoca Idelannis Gómez; la velocista Yunisleidy de la Caridad García y sus compañeras del relevo 4×100; el subcampéon del frontball Cristian Abreu; los tenimesistas Jorge Moisés Campos, Daniela Fonseca y Andy Pereira, así como la luchadora Yusneylis Guzmán y la pareja de voleibol de playa de Jorge Luis Alayo y Noslen Díaz. Todos ellos venían a pelear podios y muchos no pararon hasta el puesto de honor.
Como asignatura bien congelada están los deportes colectivos, pues no solo quedaron sin preseas (algo que había sucedido en 1955 y 1959), sino que algunos hasta mostraron sus peores caras con derrotas que todavía nos duelen.
Cierra así el último capítulo de antesala olímpica en un año atípico. Hay para aplaudir y también para analizar algunas heridas profundas. Nos vemos en Barranquilla 2027.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.
De acuerdo, he leído todas sus crónicas, de libro, de premios, es usted uno de mis periodistas predilectos, por su objetividad, su cubania, escribe con una claridad y limpieza proverbiales, su amplio diapasón, muy contentos con la actuación de Cuba y si el INDER prioriza deportes para los que el cubano tiene aptitudes, subiremos en el medallero, no es imposible, la gran deuda, una lástima los deportes colectivos, pero hay reservas, ese joven equipo femenino de baloncesto tiene talento, a veces pir momentos, jugaron como las mejores del mundo