Pensar la cultura

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Tres organizaciones que agrupan a creadores del arte organizan por estos días importantes citas de re­flexión sobre los desafíos de la cul­tura y su impacto en el entramado social, político y económico del país.

 

 

El Sindicato Nacional de Tra­bajadores de la Cultura (SNTC) acaba de convocar a su Segunda Conferencia Nacional. La Asocia­ción Hermanos Saíz (AHS) cele­brará en octubre su IV Congreso. Y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) concluye por estos días el proceso de conformación de las comisiones organizadoras de su X Congreso, que se desarrollará en junio del año 2024.

La política cultural de la nación reconoce y distingue las responsa­bilidades y cometidos de cada una de estas organizaciones de la socie­dad civil, pero no siempre hay cla­ridad entre sus integrantes la fun­ción específica de estas instancias.

Es más, no pocos le exigen al sindicato, a la AHS y a la Uneac respuestas que en todo caso debe­rían ofrecer el Ministerio de Cultu­ra, sus institutos y consejos.

La política cultural la aplica el Ministerio de Cultura. La Uneac, la AHS y el SNTC son contrapar­tes de ese ente gubernamental. Eso significa que cada asamblea o en­cuentro de los afiliados y miem­bros con las administraciones en todos los niveles o instituciones del Estado y del Gobierno deben asu­mirse con espíritu crítico y propo­sitivo, sin complacencias estériles o formalismos almibarados.

Hacer arte implica situaciones de conflicto, retos, insatisfaccio­nes. Las organizaciones son pla­taformas para plantear y debatir; primeros pasos de potenciales sol­vencias.

Y cada organización tiene su ámbito: hay quien plantea en la reunión de la Uneac lo que se de­bería discutir en el Sindicato. Los problemas del entorno laboral, las relaciones entre la administración y los trabajadores le competen pri­mero al SNTC. Las cuestiones aso­ciadas a la naturaleza misma de los procesos creativos, las discusiones sobre la proyección y los aportes puntuales de los artistas y su po­sicionamiento público deberían encontrar escenario siempre en las asambleas de la AHS y la Uneac.

Por supuesto, no se trata de seg­mentar en fincas. Hay problemas transversales que exigen empeños colectivos. De ahí la importancia de la confluencia y la articulación de las organizaciones.

Algo debe estar claro: el ser humano (artista y trabajador) es la prioridad, la razón de ser de todo el sistema de la cultura. El proyecto permanente de un país mejor tiene que entenderse desde el humanis­mo raigal.

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