Harina: cruda rutina

Harina: cruda rutina

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“Trabajamos tanto sin atención ni reconocimiento y somos como el corazón de nuestra empresa”, dice Rolando Ramírez Leyva, delegado a la Conferencia del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca, en el municipio de Ciego de Ávila. Del salón de reuniones Trabajadores sale a tocar los problemas en el almacén provincial desde donde se distribuye la materia prima para la producción del alimento de cada día, en todas las panaderías del territorio avileño.

 

Nótese la ausencia de medios de protección personal. | Foto: José Luis Martínez Alejo

 

Allí labora hace 27 años Roberto Pérez Guerra, quien no entiende “por qué antes era estibador A y hoy soy ayudante con más disposición y ajetreo a deshora para manipular y distribuir la harina”.

 

Roberto Pérez Guerra, consagrado estibador. Foto: José Luis Martínez Alejo

 

El colectivo tiene otra inquietud desoída. “Solicitamos la presencia de un especialista de la UEB para comprender el sistema de pago, pero tal parece que no quieren reunirse con los trabajadores, los jefes se conforman con explicarle al administrador nuestro”, afirma Ramírez Leyva, secretario general de la sección sindical en dicho almacén.
“¡Ellos dan pérdidas…!”

 

Rolando Ramírez Leyva, secretario general de la sección sindical. Foto: José Luis Martínez Alejo

 

Tras las huellas de las insatisfacciones, se conoce que allí los hombres desempeñan la misma plaza y contenido de trabajo con diferente nombre en el calificador de cargos, y el sistema de pago es a destajo colectivo, explica Deisy Burgos Velázquez, a cargo de los recursos humanos en la unidad empresarial de base (UEB) Alimentaria Ciego de Ávila.

 

Riesgos en plena faena por cables eléctricos deteriorados sobre el piso del almacén. Foto: José Luis Martínez Alejo

 

Alcides Jiménez Hernández, del departamento económico, muestra la nómina de mayo pasado, mediante la cual Rolando y Roberto devengaron cada uno 8 mil 996. 55 pesos de salario y estímulo. En tanto, Raquel Morejón Mujica, especialista de Recursos Humanos, comenta que la carencia de medios de protección personal obedece a los altos precios y la mala calidad, y el presupuesto para adquirirlos lo administra la empresa provincial alimentaria.

 

La añosa carretilla añora relevo. Foto: José Luis Martínez Alejo

Nadie se pone a tamizar no la harina, sino los “grumos” que le crecen a la masa obrera expuesta a condiciones laborales inseguras por riesgos eléctricos y enfermedades profesionales, debido a la ausencia de faja, hombrera, pantalonera, ropa y calzado de trabajo, agua fría, alimentación y los mismos medios de trabajo remendados por los obreros.

 

Hasta la caja para agua fría tiene tremenda sed. Foto: José Luis Martínez Alejo

 

Así transcurre la vida laboral en otro “horno” de la alimentaria avileña. Apartados de las acaloradas rutinas productivas, los directivos de la UEB, opinan: Ese personal es el que más gana y ¡lo que da es pérdidas!

Una relativa razón es esa si se tiene en cuenta que ellos no producen bienes y servicios, sino gastan recursos energéticos por manipulación y distribución de una materia prima que sin el sacrificio de los estibadores, ¿pudieran madrugar los horneros y darle la bienvenida al pan en la canasta familiar?

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