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RETRATOS: Reglita y sus grandes escuelas

“Mi sueño de niña era ser maestra o doctora, me debatía entre una u otra profesión por mi vocación de servir. Pero triunfó el magisterio”, afirma con una sonrisa Regla María Águila Hernández, quien, sin dudar, en el preuniversitario dio el paso al frente para integrar el V Contingente Internacionalista Ernesto Che Guevara.

Regla María Águila Hernández, jefa del Departamento de Capacitación de la Central de Trabajadores de Cuba. Fotos: Isabel Aguilera

“Ante la necesidad de maestros, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) hizo un llamado, y yo era militante y dirigente estudiantil; ¡había que dar el ejemplo! Con orgullo, formé parte de ese contingente”, recuerda.

Fue así que llegó al Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, en la capital cubana, donde realizó la licenciatura en Historia y Ciencias sociales. En ese sentido, reconoce el impacto que tuvo en su formación, esa importante institución.

“Fue una escuela formadora, integral, con maestros de lujo, no sólo en el aprendizaje, si no en la conducta, en el comportamiento. Conservo con mucho cariño las enseñanzas de entonces. Además de mi familia, ese centro ha sido una de las grandes escuelas de mi vida”, acota.

Recientemente, Regla integró el grupo de dirigentes sindicales que por su entrega, compromiso, lealtad, y ejemplaridad fueron reconocidos por el Secretariado Nacional de la Central de Trabajadores de Cuba.

En 1984, aún sin haberse graduado, partió a cumplir misión en Angola. “Fui para la provincia de Benguela, donde permanecí hasta 1986. Allí cumplí los 20 años de edad y concluí mi carrera”.

Asegura que fue esa una enseñanza para toda la vida. “Impartí historia de África. Se vivía una situación compleja, en medio de peligros y enfermedades que en Cuba estaban ya erradicadas. Todas las noches había toque de queda y los sábados hacíamos práctica de tiro, porque era un país en guerra.

“Esa etapa contribuyó en la consolidación de valores y del carácter; de ahí salieron también los mejores amigos. Cuando tengo que enfrentar un momento difícil, siempre viene a mi mente esa experiencia y digo que, si allí pude, tengo fuerzas para superar cualquier obstáculo”, subraya.

Otra misión en Cuba

Luego de concluir en Angola, una nueva propuesta esperaba por ella. “Marché para la Isla de la Juventud, a impartir clases en la Secundaria Básica en el Campo Cristóbal Labra, otro espacio que enriqueció mis saberes. Estuve hasta 1988, en que regresé a La Habana”.

Impartió clases en otros centros escolares, hasta que en el curso 1997-98 comenzó en la Escuela Nacional de Cuadros Sindicales de la CTC Lázaro Peña González: “Transité por todos los escalones; fui profesora, jefa de Departamento, metodóloga, subdirectora y finalmente, directora hasta el 2014, en que pasé a ser jefa del Departamento de Capacitación de la Central de Trabajadores de Cuba”.

Asegura la Máster en Ciencias Políticas que su amor por el magisterio la acercó a la CTC. “Debo reconocer que la organización obrera es la otra gran escuela de mi vida: cuando te entregas a esta labor, aprendes a amarla, y compruebas que no la puedes dejar jamás, es un amor para siempre…, lo llevas en la sangre”.

Ante la pregunta de cómo concibe al dirigente sindical, expresa: “Debe ser leal, sincero, tener afán de prepararse y superarse constantemente, debe ser coherente entre lo que dice y lo que hace, no tiene que ser perfecto porque es un ser humano, tiene que a veces ─ como decía el Che─ privarse de cosas que hasta la ley permite para que su conducta sea moral. Un dirigente sindical tiene que tener sensibilidad ante los problemas y valentía política para proponer y perfeccionar la obra”, añade.

“En mi práctica con los sindicatos he constatado que los líderes nacen y también se forman. Hay dirigentes carismáticos, existen cualidades que se potencian en las coyunturas, en la batalla cotidiana. El hombre, dijo Fidel, es una mina infinita…y algunos sólo precisan ponerse a prueba”, recalca.

Con sencillez, declara que su reto es hacer cada día una obra mejor, “desde la tarea que asumo en la superación, preparación y capacitación de cuadros y dirigentes sindicales”.

Añade que, en el actuar cotidiano del sindicato, es necesario conocer a las personas, los objetivos de trabajo de la organización y las particularidades del contexto donde actúan, teniendo como método esencial la vinculación con los trabajadores.

La familia en el centro de su existir

Cuando Regla mira lo logrado en su existencia, no lo concibe sin el apoyo de su familia. Y en eso, su mamá, Dominica, ha sido insustituible. Adora a esta comunista de cuna, que la educó para servir con fervor a la Patria.

“Es una mujer de mucho compromiso con el país, la mejor maestra que tuve, que me enseñó a ser revolucionaria. A sus casi 98 años, ella es el acicate que me da fuerzas todos los días. Mis dos hijos, Claudia y Roberto, mi nieto, Robertico, son la inspiración para ser mejor cada día”, asevera.

Hace tan solo unos días, como parte de las actividades en ocasión del Primero de Mayo, Regla María Águila Hernández recibió la medalla Jesús Menéndez, por su labor como cuadro en la CTC durante más de 25 años. Con la felicidad en el rostro, añade que “siempre quise ser buena hija, buena estudiante y revolucionaria consecuente… siempre han sido mis aspiraciones”.

 

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