AL PAN, PAN: ¡Habrá teatro!

AL PAN, PAN: ¡Habrá teatro!

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Desde el 17 de enero y hasta el mes de junio de Camagüey aco­gerá una temporada teatral que sustituirá el programa del Festi­val Nacional de Teatro, que debió celebrarse el pasado año y se sus­pendió por el impacto de la crisis energética.

Fue una decisión difícil, pero acertada. Con el esquema de afec­taciones eléctricas por esos días era imposible garantizar una pro­gramación estable en las salas del circuito.

Y si se sumaban los problemas de transportación en una ciudad particularmente grande era poco probable contar con suficiente públi­co si se reprogramaban las puestas para altas horas de la noche.

Está claro que una de las ma­yores virtudes de este Festival ha sido siempre la posibilidad del encuentro de artistas y com­pañías de todo el país. Durante sus jornadas Camagüey ha deve­nido plataforma y vitrina para el mejor teatro cubano, o al menos para una muestra representativa de sus calidades.

Ese espíritu del intercambio se perderá de alguna manera, pues cada mes se presentarán unos po­cos espectáculos de la curaduría general del Festival.

Pero el público camagüeyano (que es uno de los más entusiastas de Cuba) tendrá la oportunidad de apreciar la labor de las agrupacio­nes seleccionadas, gracias en bue­na medida al empeño de las insti­tuciones de la ciudad.

Camagüey no puede renunciar a su Festival. Y la búsqueda de al­ternativas es loable en tiempos di­fíciles.

La apuesta debe seguir siendo la celebración cada dos años de la que está considerada una de las más importantes convocatorias es­cénicas cubanas.

A lo largo de su ya larga histo­ria el Festival Nacional de Teatro de Camagüey ha ido atemperando sus particularidades. En determi­nado momento dejó de ser com­petitivo, ante el reclamo de varios creadores y las insatisfacciones que originaron algunas de las de­cisiones de los jurados.

El mero hecho de la selección implica ya un ejercicio valorativo. Hay que defender esas jerarquías, consolidarlas. Porque a Camagüey deben ir los que lo hagan mejor, atendiendo también lógicas geo­gráficas, genéricas, generaciona­les.

No obstante, el medidor princi­pal debe ser la calidad.

Y será siempre provechoso el acompañamiento de la crítica a la muestra y a la propia organización de la cita. Mucho más se puede ha­cer en ese sentido.

No hubo Festival el pasado año, pero en el 2023 habrá mucho teatro en Camagüey. Ese público lo merece. Y lo merece el movimiento escénico nacional.

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