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Palco #12: Baile en el 974

Brasil se creyó que el estadio 974 era el Sambódromo da Marquês de Sapucaí, de Río de Janeiro. Una coreografía verdeamarela hipnotizó al público y a los propios rivales de Corea del Sur.

Los brasileños se medirán a Croacia en cuartos de final. Foto: tomada de Depor

El show estaba asegurado y 36 minutos fueron suficientes para los aplausos, ovaciones y críticas positivas. El mejor perfomance de la noche lo dieron los atacantes.

Los asiáticos no pudieron seguir los pasos ni el tiempo. Cuando creían que la tenía Raphinha moviendo caderas, ya la bola estaba en los pies de Vinicius y acto seguido en el fondo de las redes del arco defendido por Kim Seung-Gyu, que debe haber acabado la cita con una aversión tremenda hacia la samba.

Seis minutos después, la torpeza de los coreanos para seguir la danza provocó un penalti sobre Richarlison que ejecutó magistralmente Neymar, que bailó desde la carrera de impulso hasta el festejo. A Kim se le enredaron los pies y quedó clavado como una estaca en el medio de la portería. Demasiado sabor para él.

Luego la presentación llegaría al clímax con movimientos relampagueantes. Una actuación coral. Paquetá para Neymar, Neymar para Richarlison, recepción y gol. Hasta Tite, se salió del libreto y se sumó a los pasillos.

Era una auténtica fiesta. Y Vinicius se llevó los focos. Mando un balón de cuchara al centro del área y por ahí entró Paquetá, de segunda línea, para definir de primera sin que la pelota llegara al suelo.

Corea no veía de dónde le llegaban esos destellos amarillos. Encandilados, hicieron las maletas. Antes, Paik Seung-Ho se atrevió a bailar en casa del trompo y mandó a guardar un tirazo lejano para el 4-1 definitivo.

La música acabó y ojalá los brasileños hayan saciado sus ganas de samba, porque parece muy poco probable que puedan volver a gozar de esa manera en lo que queda de Copa del Mundo.

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