RETRATOS: Lala, la modelo de los triciclos

RETRATOS: Lala, la modelo de los triciclos

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Por su esbeltez y gracia, Odalys Izquierdo Romagoza hubiera podido dedicarse por completo al modelaje, oficio para el cual durante algún tiempo se preparó y que después abandonó. No obstante, mantiene su garbo. Detrás del timón del ecotaxi que conduce, se siente una reina. Le gusta usar el peinado afro, aunque el casco apenas se distinga en su cabeza; se maquilla y siempre tiene una respuesta gentil para los clientes.

 

Odalys Izquierdo se ha convertido en una facilitadora de la comunidad. Foto: Agustín Borrego

 

En la Agencia No.9, la primera que acogió el proyecto de triciclos eléctricos en La Habana, y en la cual ella labora, la conocen como Lala. El día en que conoció la convocatoria para optar por una plaza en esta iniciativa, auspiciada por el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quiso cambiar su camino. “Ya en ese entonces, laboraba en el departamento de Operaciones de la empresa Transmetro, integrada al Grupo Empresarial de Servicios de Transporte Automotor (GEA).

“Sin embargo, no cumplía todos los requisitos: solo tenía licencia para conducir autos, que obtuve en mi primera experiencia laboral, me faltaba la de motos. Así que enseguida me puse para eso y logré habilitarme. Por esas circunstancias, no fui fundadora de la agencia. A los pocos meses de creada, me integré como ayudante de una de las muchachas. Recuerdo que estábamos en plena pandemia. Algunas de las compañeras que conducían los cocotaxis se incorporaron a este sistema, pues no había turismo y vieron aquí una opción de trabajo. Al normalizarse la situación en el país, ellas retornaron a sus puestos y yo tuve la oportunidad de ser una conductora oficial”, rememora.

 

Junto a Teresa Amarelle, secretaria general de la FMC y el ministro del Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila. Foto: cortesía de la entrevistada

 

Coger el ritmo

El principio, cuenta Lala, fue traumático. “Los triciclos son rígidos y la amortiguación es pésima. La goma de la parte delantera, que es la de apoyo, es más pequeña comparada con las de atrás. Ya ese tipo de ruedas no ha vuelto a entrar y hemos tenido que sustituirlas por las más grandes. Eso lo corrigieron en los nuevos triciclos”, afirma.

Otro de los problemas que tienen, según sus palabras, es que no cuentan con un mecánico en la base y los arreglos deben hacerlos con los particulares.  “Cuando se inició el experimento, teníamos un grupo de piezas, ahora faltan y el rodamiento, por ejemplo, puede costar tres mil pesos…”

La joven que labora en la ruta que va desde terminal de Ferrocarriles hasta el Hospital Hermanos Ameijeiras, considera que este es un trabajo que la población agradece mucho y con el paso del tiempo se ha convertido en una facilitadora de la comunidad. A diario recibe muestras de afecto.

La joven que labora en la ruta que va desde terminal de Ferrocarriles hasta el Hospital Hermanos Ameijeiras. Foto: cortesía de la entrevistada

“Algunos vecinos son como familia. Muchos te ofrecen café, agua, y hasta el baño porque no existe uno para nosotras. Un día, cuando retornaba del hospital, vi a un señor, a quien le falta una pierna e iba para la parada a coger el triciclo. Lo recogí y al llegar a la terminal de Ferrocarriles, le expliqué a los que esperaban que se quedaría sentado dada su situación. Después lo dejé en el cajero y al regreso, lo recogí. Así empezó la amistad. Ahora, cada vez que paso por su casa en la calle Cuba, él me saluda; si tengo necesidad de pasar al baño, lo permite, me ofrece café… ya él no va al cajero, yo le cobro.

“Existe otra señora que va muy temprano para el hospital Ameijeiras, en su silla de ruedas; le subo el aparato y luego la ayudo a bajar. La mayoría de los clientes son personas mayores, ancianos, también padres que van con los niños a la escuela o al círculo infantil y personal de la salud. Hay una mamá, que lleva a un chinito para el círculo infantil y él, mientras está en el triciclo, permanece contento, pero cuando se baja, empieza a llorar, después se relaja…

“Lo más difícil puede ser lidiar con algunas personas. Ahí suben muchos clientes que llegan de viaje y quieren entrar con sus maletas y bultos, lo cual no es posible. El triciclo no tiene maletero, solo caben las seis personas. Pero no hay una regulación oficial que le diga que eso no es posible.

“Los hago razonar, aunque no todos entienden. Y no te puedes poner a discutir, transportamos diariamente unas 300 personas, todas con sus vibras y energías…”

Y cuando se poncha el triciclo, ¿cómo lo solucionas…?

“Eso es otra historia. El gato original, no le sirve a la moto. Entonces, en mi caso, detengo el vehículo, y le digo sonriente a uno de los clientes: por favor, ¿me puedes ayudar? A inicios, coger un ponche costaba 50 pesos, hoy puede ser 150 y hasta 200. El servicio que damos es muy barato, pero el costo de la reparación es muy alto. Como trabajadora por cuenta propia, tienes que tener una cuenta para cuando a la “niña” (así le dice a su moto) se rompa.

“Algunas vías están en mal estado. Por ejemplo, la calle Cuba, desde que empieza, hasta que termina, es un desastre. Es simpático, como en La Habana Vieja si arreglan un problema y dejan el hueco, muchas veces, los propios vecinos lo rellenan para que nosotras podamos seguir ofreciendo el servicio”.

 

Foto: cortesía de la entrevistada

 

En la vía, ¿cómo fueron asumidas por los demás conductores?

“Por la zona operan muchos bicitaxis y cuando llegamos nosotras, aquello se puso feo; ellos no aceptaban que hubiera mujeres manejando. Con el tiempo las relaciones han mejorado. Ya se acostumbraron”.

 

Tu esposo, ¿qué opina de tu trabajo?

“Él lo aceptó sin problemas, se llama Yanoisi (le dicen Tano) y también es chofer particular. Cuando tengo alguna dificultad con la moto, lo llamo y me viene a auxiliar”.

Para Lala, uno de los momentos más emotivos que ha tenido en los últimos tiempos es haber podido participar en uno de los encuentros que ha sostenido el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez con mujeres de diferentes sectores.

“Fue muy dinámico e interesante. En nuestro caso, habló la compañera Marlen. Entre nuestras principales preocupaciones están la carencia de piezas de repuesto y el precio del pasaje, que no está en correspondencia con los precios actuales”.

Feliz de estar en un servicio que tanto bien hace a sus coterráneos, ella despierta cada mañana con optimismo, y con su elegancia acostumbrada, va en busca de su triciclo con el cual puede modelar, orgullosa de que también contribuye al empoderamiento de las mujeres.

 

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Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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