En el Sur, los agropecuarios peinan Melena

En el Sur, los agropecuarios peinan Melena

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No son tiempos para fiestas, bien lo saben los agrope­cuarios, que luego del paso del huracán Ian dejaron la celebración de su día, este 3 de octubre, y se volcaron a la recuperación de los frutos, enmendar cultivos y cuidar a sus animales. Vendrán tiempos mejores, y ¡celebrarán!

 

Los agropecuarios no se amilanan, hoy sacan alimentos del fango y enderezan los cultivos plegados ante la furia y las lluvias de Ian. Foto: Agustín Borrego Torres
Los agropecuarios no se amilanan, hoy sacan alimentos del fango y enderezan los cultivos plegados ante la furia y las lluvias de Ian. Foto: Agustín Borrego Torres

En predios de la Em­presa Agropecuaria Mele­na del Sur, de Mayabeque, a donde Ian lanzó pulga­das de lluvia sobre suelo ya mojado, se esfuerzan en la recuperación. Primero hay que cosechar para luego, en cuanto sea posible, cultivar y volver a sembrar.

Aunque allí no impe­ran los platanales, como en la década de los ochenta y noventa del siglo pasado, ni se ha visto el desastre que causaron ciclones prece­dentes, sí hay plantaciones paridas, cuyos racimos se recogen para distribuir en los mercados, y los de me­nor calidad, para la alimen­tación animal.

Eso me dijo vía telefóni­ca Erick León Basar, el jo­ven director que desde hace dos años empuja la empre­sa, que se ha destacado por los resultados productivos y económicos, pero que mu­cho le falta para acercarse a lo que fue. Siento añoranza y hasta dolor cuando reco­rro la campiña y veo cómo van de más a menos, sin que sea posible obtener los in­sumos imprescindibles y la maquinaria para volver a la gran empresa.

No se amilana Diosdado Romero Pino, jefe de colec­tivo en lo que fue el potente módulo de cultivos protegi­dos. Hoy quedan dos casas, que la semana pasada cuan­do los visitó Trabajadores estaban bien sembradas. No pudieron bajar los techos, pues ni los náilons, ni los tornillos ni las estructuras admiten otro desarme da­dos sus años y la herrum­bre, pero trabajan por sal­var las pequeñas plantas.

Cuando los cultivos protegidos mermaron, Diosdado, con otros 12 trabajadores, buscaron al­ternativas: incorporaron plantas medicinales y fru­tales que la lluvia no pudo dañar demasiado y son inspiración para que este añejo trabajador de Mele­na del Sur se mantenga en la pelea por la producción de alimentos.

Cerca, en la UBPC Dos de Diciembre, arrancan cangres de yuca del fan­go, tremenda faena cuan­do el sol y la evaporación toman su mayor punto al mediodía y a los hombres les corre el sudor. Como los agropecuarios tristemente han dejado su tradicional sombrero los veo vulnera­bles aunque envuelvan la cabeza en paños negros.

 

Manchas por limpiar

Después que recojan cada cultivo, los trabajadores de la Agropecuaria Mele­na del Sur deberán hacer un intensivo en la limpie­za de las áreas —la lluvia ha estimulado bastante la yerba—, rescatar suelos productivos y devolver la imagen a las instalaciones, para que no siga parecien­do que están perdidos.

También deberán azu­zar las entidades del Gru­po Empresarial de Acopio para cobrarles los 30 mi­llones de pesos, que según Erick León les deben a la empresa, y que de seguro cobraron con la venta de los productos agropecua­rios, pues ningún mercado regala ni fía; al menos no justifico las deuda ni las modalidades que le han puesto como apellido en esta economía; el que pro­duce, vende y cobra, esa es una regla.

 

Vida en la ciencia

Aunque el Cree (Centro de Reproducción de Entomó­fagos y Entomopatógenos) merece un reportaje apar­te, es imposible obviarlo en esta reseña cumpleañera; el énfasis que le pone Morai­ma Tamayo a la labor cien­tífica resalta la utilidad de los medios biológicos que allí obtienen y la demanda que tienen para estimular la fertilidad de las plantas, y controlar plagas y enfer­medades, que proliferan en tiempos tan cambiantes e incluso de manipulación enemiga.

Así llegan los agrope­cuarios a su día, hoy 3 de octubre, ocasión para pre­miar a los colectivos y tra­bajadores más destacados, que esta vez tendrán que esperar dada la impiedad de un fenómeno que llegó sin control, queriendo aca­bar lo que hizo el hombre. A los agropecuarios les sobran voluntad y experiencia para sobreponerse y triunfar.

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