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Verano sin mascarillas a la creatividad

Después de dos años con playas asaltadas por rostros enmascara­dos para prevenir la COVID-19; de música para bailar o compartir solo en nuestras casas; de cero vi­sitas a teatros, cines y campismos, y de un aislamiento convertido en vacaciones a la sombra, llega a nuestros cuerpos y mentes el vera­no del 2022.

¿Algo cambiará?, preguntan muchos cuando quedan unos 20 días para recesar las clases de niños y adolescentes, y más de un 30 % de los trabajadores (cálculos empíricos) también planifican sus descansos laborales. ¿Qué tendrá de diferente?, ¿florecerán concier­tos, actividades masivas recreati­vas, opciones para todos los gustos, ofertas gastronómicas por doquier, tal y como era antes de la pandemia en provincias y municipios?

Con total franqueza hay que decir que este verano debe ser sin mascarillas a la creatividad, pues los recursos económicos no abun­dan –más bien faltan– para pensar en grandes celebraciones. El actual desabastecimiento que tenemos en reglones como bebidas y refres­cos no se resolverá de la noche a la mañana, aunque existe volun­tad para aumentar sus ofertas, dado que son dos productos muy demandados en los meses de más calor en Cuba.

Cada Consejo Popular, muni­cipio y provincia debe demostrar que para recrearse y divertirse ninguna idea sobra. Rescatar jue­gos tradicionales (dominó, damas, billar, entre otros), realizar planes de la calle para los niños, activar las Casas de Cultura con talentos locales y realizar ferias que agru­pen a las empresas del territorio, son ejemplos posibles siempre que prime la inteligencia.

Tampoco debemos olvidar lo mucho que pueden contribuir las organizaciones (UJC, CTC, CDR, Anap, FEU, FEEM), las instancias deportivas y hasta los nuevos acto­res económicos. Se deben sumar to­dos, porque el concepto de recrea­ción sana no queda en baños de sol en ríos o playas, hace falta enrique­cerlo con cada opción que le demos al pueblo.

¿Acaso no es posible organi­zar festivales de poesía, visitas a museos, acampadas entre amigos, actividades en círculos sociales, conciertos de bandas municipales y hasta competencias de béisbol, baloncesto o fútbol? Pasarse esos dos meses en el campo o venir a la capital eran propuestas familiares para los niños. Ahora eso estará li­mitado por el disminuido transpor­te y las lógicas tensiones familiares. Sin embargo, lo único que no tiene restricción es la alegría y ser crea­tivo con un pueblo trabajador que merece un verano diferente.

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