LA GUAGUA: Tiempo… y ¿desamparo?

LA GUAGUA: Tiempo… y ¿desamparo?

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El material titulado Osvaldo Lara: Lo que el tiempo se llevó generó una avalancha de comentarios digitales ante informaciones que dio en ese reportaje el colega Daniel Martínez Rodríguez:

“Qué bueno, te acordaste de mí, te acordaste de mí”, opina como esclavo de una idea fija. “De Lara nadie se acuerda. Es la dura verdad”, agrega mientras no para de estrujarse los dedos de puro nervio.

 

Se trata de un atleta que afirma:

Podría haber cogido una medalla en los Olímpicos de los Ángeles 84. No fuimos. Gané los Juegos de la Amistad”

 

Y considera:

“Se olvidaron de mí, con tantos años en el equipo nacional”

 

 

Su esposa María Caridad dice:

Lara recibe 700 pesos por una de sus medallas. No tiene retiro porque cuando empezó con lo de la hipertensión se asustó. Se desesperó y pidió la baja del trabajo. Después tuvo el infarto cerebral y ya usted ve…

 

Al retorno de los Juegos de la Amistad, cuenta Lara:

Al regreso me regalaron un carro. El salitre acabó con el carro. Nos mandaron a un taller por Carlos III. Nos pelotearon. No teníamos ni un medio. La gente quiere dinero. No lo vendimos, se desbarató.

 

Estos son algunos de los numerosos comentarios digitales:

Yaniel Garcia Lovella dice:

Es lamentable que estas cosas ocurran, sí muy lamentable. Pero los cubanos, todos los cubanos, debemos hacer de nuestra sociedad una sociedad más próspera. Creo yo que así y solo así no habrán más Laras en Cuba, olvidados y pasando tantas dificultades.

Para él mis respetos y gracias, muchas gracias, Lara, por lo que ha hecho por nuestra Cuba.

Todavía a través de esta historia nos estás dando lecciones de humildad.

Usted es un verdadero campeón.

 

Rosa dice:

Terminé de leerlo con lágrimas en mis ojos, he conocido historias parecidas de trabajadores que lo dieron todo y hoy están en el olvido. Gracias por el artículo, quizá llame a la reflexión, pero realmente ya no confío, este es un pueblo de héroes anónimos quedados en el olvido. No dejo de llorar.

 

Lazara dice:

Gracias periodista, un país que se precia de tener al hombre como su bien más preciado no puede descuidarlo, mucho menos abandonarlo es algo que venimos arrastrando, desde personalidades que nos han prestigiado hasta humildes trabajadores que más nunca fueron ni visitados por sus compañeros y sobre todo los sindicatos que dejan mucho que desear. Larga será su lista de posibles entrevistados. Reciba mis deseos de salud y éxitos. Una vez más, muchas gracias.

 

Ramiro dice:

Ante todo mis respetos sinceros para este bólido del atletismo cubano. Este osado artículo puede hacer sentir un poco molesto a alguien, pero debe ser así, como única vía de hacer justicia con ¨los olvidados¨ en este caso junto a otros que deben andar por ahi, es como mismo sucede con los pilotos de combate retirados, o Guerreros Cubanos del Aire, quien cierta vez uno de los protagonistas del aire en la batalla de Cangamba, me comentó por teléfono: ¨somos como las cañas, nos sacan el jugo y luego nos olvidan¨, penosamente es así, pero gracias al periodista que realizó este artículo, y sobre todo al dirigente que se lo aprobó para publicarlo, gracias a ellos, vemos como posibilidad que Osvaldo Vento pueda leerlo y reflexione de forma general sobre su Comisión de Atención a Atletas o Glorias Deportivas Jubiladas. Debemos como dijo nuestro Guerrillero Heroico Ernesto Guevara, ser autocríticos para seguir adelante nuestra obra, de lo contrario estaríamos haciéndole el juego al enemigo, y aquí es cuestión de ser o no ser.

 

En resumen: Siendo sensibles, atendiendo lo mismo un problema de miles de personas que el de un solo ciudadano, sin importar si está en el centro de una urbanización o en lo más recóndito de una zona montañosa, podrá pasar el tiempo, pero nadie quedará desamparado.

 

Desde aquí, usted puede acceder a anteriores Guaguas

 

En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo: «Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»
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