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RETRATOS: Siempre ha sido bienvenida

De pequeña, no entendía el porqué de su nombre. “No me gustaba. Cuando pregunté, mi abuela María me contó que el 1ro de abril de 1950, fecha en que yo nací, fue un día de suerte. Mi padre, en esa época, trabajaba en el central Marcané y le dieron el aguinaldo: 25 pesos que en esos momentos representaban casi un capital para la familia.

 

Foto: Agustín Borrego

“Por eso, cuando mi madre me parió, y vieron que era hembra, abuela expresó: ‘Bienvenida sea esta niña’. Y así me pusieron. Con el tiempo me acostumbre y, en verdad, me ha dado muchas satisfacciones. He sido bienvenida en cualquier lugar que llego”.

Bienvenida Lias Ramírez cuenta la anécdota con una sonrisa en los labios. Mucho tiempo ha pasado desde aquellos instantes que transcurrieron en su natal Cueto, en la provincia de Holguín. La abuela no se equivocó, ha sido una mujer de suerte, según cuenta.

De baja estatura, delgada, mantiene su pelo bien arreglado, con un bonito color caoba. “Yo misma lo mantengo, me gusta hacérmelo todo”, comenta.

Al rememorar su existencia, dice que, siempre ha sido incondicional a la Revolución y desde los 14 años integró los CDR y la FMC: “Iba a las zafras del café y en todo lo que hiciera falta”. A los 17, en la provincia de Santiago de Cuba, donde ya residía, escogió el oficio de su vida. “Empecé a trabajar de ayudante en una peluquería nombrada Oviedo, luego estuve en otra, la Hanoi. Olga Moreno, quien era peluquera, me motivó para que aprendiera y me dijo: ‘mira como yo lo hago’ y así fui asimilando algunas cosas, hasta que pasé un curso y obtuve una plaza”.

En ese trabajo fue ganando prestigio. Poco a poco, muchas mujeres solicitaban sus servicios.  “Me gusta complacer a mis clientes, lo principal, que queden satisfechas con lo que hago”, afirma. En Santiago de Cuba, ella formó la familia y con el amor de su vida, Roberto Hidalgo, tuvo sus dos hijos. “Mi hija Vivian se casó y vino a para La Habana; luego, el varón, Ariel, empezó a estudiar en la capital. Así que decidimos buscar una permuta y en 1990 se concretó”.

No le fue difícil conquistar la gran ciudad. Sus habilidades fueron pronto apreciadas por las clientes de la peluquería Fantasía, en el barrio de Cayo Hueso, en Centro Habana; en la que aún se mantiene trabajando. Destaca que llegó a un buen colectivo que la recibió con cariño.

Foto: Agustín Borrego

Activa dirigente sindical, manifiesta que participó en los trabajos voluntarios y en las movilizaciones convocadas por el Sindicato Nacional de Trabajadores del Comercio y la Gastronomía. También integró el coro nacional en los actos por el Primero de Mayo. Su entrega fue avalada con la condición de vanguardia nacional de su sector en varias ocasiones, además, obtuvo las medallas Jesús Menéndez y 23 de agosto, entre otros racionamientos. Asimismo, fue Delegada al XX Congreso de la CTC y a conferencias de su sindicato.

Hasta hace poco solo cobraba 25 pesos por un pelado. “Ahora son 50 porque fue necesario subirlo, los precios han subido mucho, pero muchas veces, vienen algunas personas mayores con solo 25 pesos y no les cobro más. No me gusta ser abusadora.

“En el 2012 me jubilé; no obstante, seguí vinculada en el mismo centro. Nunca estoy tranquila, me gusta estar haciendo algo, así que no pienso dejar mi trabajo”, añade. Para ella, quedarse en casa no está en los planes: “La peluquería es mi vida, disfruto lo que hago”, acota y al cabo de los años, da gracias a la abuela María por el nombre que escogió para ella: “Me dio suerte, siempre he sido bienvenida”.

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