El bloqueo 60 años después ¿Por qué ese ensañamiento?

El bloqueo 60 años después ¿Por qué ese ensañamiento?

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El 3 de febrero de 1962 se aprobó por el Gobierno estadounidense el Decreto No. 3447 que establecía el “embargo” total al comercio con Cuba, que ya dura 60 años y se ha recrudecido a lo largo del tiempo. Ante esto, con toda lógica pudiéramos preguntarnos por qué, cuál es la razón para ese ensañamiento. Si se repasa, aunque sea ligeramente, una breve cronología de la política de los Estados Unidos hacia Cuba antes de ese momento, entre 1959 y 1961, se pueden encontrar múltiples acciones de hostilidad del imperio del Norte hacia la cercana isla antillana, aun cuando la Revolución triunfante no había definido el camino socialista de su desarrollo.

 

Imagen: tomada de radiohc.cu

 

Entre los documentos tempranos de definiciones de Estados Unidos ante el proceso cubano están las “Instrucciones del Departamento de Estado a todas las postas diplomáticas y consulares en las Repúblicas Americanas” del 15 de septiembre de 1959, donde se plantea convertir en escéptica la opinión continental sobre Fidel Castro y la Revolución cubana, cuidando que apareciera como una reacción propia latinoamericana, no como intención estadounidense. Temprano sus instancias decisoras definían la política de enfrentamiento a través de mecanismos que debían actuar a nivel continental. Ese mismo año, en diciembre 28, el Departamento de Estado presentaba el “Programa de acción sobre Cuba”, que establecía medidas para sustituir el “régimen de Castro” por otro más aceptable para los Estados Unidos, para lo cual había que crear una oposición interna, utilizar los medios masivos para la propaganda y organizar una fuerza paramilitar.

El programa definitivo, “Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”, fue aprobado por el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960. Estas definiciones se acompañaban de acciones de sabotajes a diferentes zonas, plantaciones e instalaciones del país y otras formas de ataques.

El presidente Eisenhower. Foto: Internet

En el año 1960 se incrementaron las medidas hostiles que incluían las de carácter económico, como la retirada de los funcionarios que inspeccionaban en Cuba las viandas, frutas y vegetales que se exportaban hacia aquel país, por lo que la inspección en los puertos estadounidenses implicaba que desde allí se rechazaran esos productos con la correspondiente afectación, mientras el 19 de octubre se prohibieron los embarques de mercancías hacia Cuba -excepto productos medicinales y algunos suministros médicos- y se declaró ilegal la venta, transferencia o contratación de cualquier barco norteamericano al Gobierno de Cuba o a ciudadanos de Cuba a partir del 20 de octubre.

Ese año también se incluyó el azúcar en los ataques, cuestión que se había valorado desde 1959 pues este era el producto más sensible para Cuba en el comercio bilateral; ahora se decidió, el 6 de julio, la reducción de 700 000 toneladas de la cuota cubana en aquel mercado; por tanto, el incremento de la hostilidad era más que evidente. A esto se suma, en junio, el anuncio de las empresas norteamericanas de no enviar más petróleo a la Isla y prohibir el procesamiento de crudo soviético en sus refinerías. Se trabajada en afectar la economía del país, lo que incidía en el conjunto del pueblo.

Junto a las acciones señaladas, hay que considerar el inicio de las trasmisiones de “Radio Swam” dirigidas a Cuba para crear estados de opinión desfavorables en la población, además del comienzo de los intentos de asesinato de Fidel Castro y el incremento de los sabotajes, el uso de vuelos espías, la estimulación a la creación de grupos de alzados en las zonas montañosas, los intentos de desembarcos, es decir que la hostilidad iba en aumento total por diferentes vías, hasta llegar al año 1961 con la ruptura de relaciones el 3 de enero, la suspensión de la cuota azucarera el 31 de marzo y los sucesos de abril, con los bombardeos a los aeropuertos y el ataque por la zona de Playa Girón que terminó en derrota. Como puede observarse por este escueto recuento, la política agresiva de los Estados Unidos hacia la Revolución Cubana se manifiesta desde los momentos iniciales, antes de la definición socialista, lo que demuestra que un proceso de rescate de la soberanía nacional con algunas medidas de beneficio social era inadmisible para la hegemonía norteña en la región.

 

Imagen: Internet

 

La Revolución Cubana, su existencia, debilitaba el dominio imperial en la zona que era vista como su traspatio seguro y, más aún, eso se producía en la isla que era todo un símbolo del imperio, por donde había comenzado su expansión en 1898, y en lo que incidía la cercanía geográfica y los métodos aquí experimentados del nuevo tipo de dominación. La ruptura de ese poderío resultaba inaceptable, por lo que se pusieron en juego múltiples vías de agresión, aunque en la medida de lo posible trataban de ocultar su protagonismo en esas acciones, para lo cual era importante buscar la actuación de la OEA como instancia colectiva.

En la década del cincuenta, los Estados Unidos habían controlado situaciones que podían desafiar su hegemonía continental, como ante la llamada Revolución Nacional de 1952 en Bolivia y la situación guatemalteca con el gobierno de Jacobo Arbenz en 1954. Los métodos utilizados entonces, especialmente en Guatemala con la participación de la OEA, se retomaron para el caso de Cuba, pero no dio resultado, por lo que buscaron caminos más fuertes, en lo cual la derrota de Girón tuvo un efecto muy importante: no podían permitirse una imagen de debilidad como potencia, pero tampoco como gobierno en el poder pues eso afectaba su imagen política. Por tanto, había que implementar nuevos caminos y procurar su efectividad. No es casual que en noviembre de 1961 se completara la elaboración del Plan Mangosta -que contemplaba invasión directa- cuyos resultados debían exhibirse en las elecciones parciales de noviembre de 1962 para asegurar el triunfo del Partido Demócrata. Este contexto determina la medida de lo que llaman embargo respecto a Cuba.

El año 1962 debía ser decisivo en el propósito de destruir el proceso revolucionario cubano. En enero se celebró la VIII Reunión de Consulta de Cancilleres en Punta del Este, Uruguay, solicitada por Estados Unidos y Colombia, donde se aprobó la resolución “Exclusión del actual Gobierno de Cuba de su participación del Sistema Interamericano”, con lo que lograban al fin la plena participación del instrumento panamericano, aunque no hubo acuerdos de ruptura colectiva de las relaciones comerciales. De todas formas quedaba el camino expedito para el nuevo paso: decretar el llamado embargo, en realidad bloqueo económico, a la Llave del Golfo de México.

¿Cuál era el objetivo de esta medida? Veamos su contenido: la Ley de Comercio con el Enemigo de 6 de octubre de 1917, que daba al Presidente la facultad de aplicar sanciones económicas en tiempo de guerra o en situación de emergencia fue la base del Decreto Presidencial, el que invocaba la seguridad nacional y hemisférica y establecía:

1) Proclamo el embargo sobre el comercio entre los Estados Unidos y Cuba de acuerdo con los párrafos 2 y 3 de este decreto;

2) Por lo tanto: prohíbo, para hacerse efectivo a las 21:01 a.m. hora standard del este, de febrero 7 de 1962, la importación a los Estados Unidos de todos los productos de origen cubano, además de todos los productos importados desde o a través de Cuba; y por lo tanto, autorizo y ordeno al Secretario del Tesoro el cumplimiento de dicha prohibición (…).

3) Por tanto: Yo, por este medio, ordeno al Secretario de Comercio (…) que continúe llevando a cabo la prohibición de todas las exportaciones de los Estados Unidos a Cuba, y, por tanto, autorizo al Secretario de Comercio (…) que continúe, efectúe, modifique o revoque las excepciones

 

Foto: Internet

 

Esa disposición tuvo continuidad el 8 de julio de 1963, cuando el gobierno estadounidense decretó la congelación de todos los bienes cubanos en los Estados Unidos y la prohibición de transferencia de dólares a Cuba por terceros países, así como en la creciente internacionalización de las medidas con castigos a los países que no cumplan con las prohibiciones. Por tanto, podemos entender que se trataba -y trata- de asfixiar la economía cubana que entonces era dependiente de aquel mercado, de su tecnología; es decir que se había construido una subordinación económica, junto a la política y cultural, por lo que estas decisiones en el plano comercial debían ahogar la economía isleña. Si se habían propuesto subvertir el apoyo popular a la Revolución, el bloqueo sería un punto central para crear el descontento, para buscar un ambiente de rechazo al Gobierno revolucionario, pero la Asamblea General del Pueblo de Cuba, el 4 de febrero, aprobó la Segunda Declaración de La Habana que retoma el sentir martiano de enfrentar al imperialismo y afirma:

 

La Asamblea General del Pueblo de Cuba aprobó la Segunda Declaración de La Habana Foto: tomada de redh-cuba.org

 

Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (…) la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar.

Esta es una batalla que cumple seis décadas, en las cuales se ha recrudecido cada vez más el acoso económico pues el objetivo no ha cambiado: destruir la Revolución. Aquel 4 de febrero Fidel se refería a ese objetivo y decía: “A este pueblo, que con su presencia demuestra su dignidad y su postura, es al que quieren someter los imperialistas, es al pueblo que quieren dividir y disgregar los imperialistas, es al pueblo que quieren aplastar los imperialistas para que ya nunca más rigiera la voluntad soberana del pueblo”. Al mismo tiempo presentaba la respuesta necesaria: “Y nuestro pueblo, ante esas agresiones, debe redoblar su espíritu de trabajo, debe redoblar la fortaleza de su conciencia revolucionaria”.

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