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Cuba y la manía imperial

La Empresa Industria Electrónica Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán (EIE), que participa de programas medulares como la informatización de la sociedad y la revolución energética en Cuba, ha perdido, en casi medio siglo, 576 millones de dólares debido al bloqueo.

 

 

Los proveedores de la EIE deben buscar materias primas en mercados lejanos como el asiático, por ejemplo, lo cual las encarece y obstaculiza que se pueda explotar con eficiencia la capacidad técnica allí instalada.

Las diferentes Unidades Básicas de Producción que integran la EIE podrían trabajar en flujo productivo continuo, pero apenas consiguen hacerlo en un turno de 8 horas 5 días de la semana, limitando no solo la cantidad de mercancías (televisores, cajas decodificadoras, cocinas de inducción, paneles solares, entre otros) que llegan al mercado nacional, sino también el número de empleos disponibles en la zona periférica habanera donde está emplazada.

La Camilo Cienfuegos tiene 48 años de fundada, nació bloqueada. Actualmente laboran allí 623 trabajadores, con un equilibrio casi perfecto de hombres y mujeres. Si tuviera materias primas suficientes, el colectivo podría ser de casi 2 mil.

De este y otros impactos directos del bloqueo en la economía y en la vida de los cubanos, conoció la brigada de Pastores por la Paz que recientemente nos visitó.

 

La XXXI Caravana de Amistad Estados Unidos-Cuba «Pastores por La Paz, llegó a La Habana el pasado 15 de noviembre. Foto: Omara García /ACN

 

Entre ellos estuvo Valerio Coco, un estadounidense de origen italiano que en los últimos meses ha participado de la organización de caravanas contra en bloqueo en Miami, movilizando principalmente a empleados del sector del transporte portuario.

“A medida que la administración de Joe Biden endurece su línea de sanciones y bloqueo contra Cuba, la Caravana de Miami contra el bloqueo de EE.UU. y por construir puentes de amor, ha ido despertando un interés creciente entre la gente”, aseguró Valerio Coco a Trabajadores.

 

Foto: tomada de @NacionyEmig

 

El activista estuvo entre los líderes de la caravana de este domingo 30 de enero que inició su recorrido frente al Ayuntamiento de Miami y se amplió a calles principales de Coconut Grove, Coral Gables, y Little Havana, terminando con un homenaje especial a José Martí.

En carteles y consignas reclamaron aumentar los vuelos a La Habana y a las capitales provinciales, que se restablezcan las remesas, que se reabra el programa de reunificación familiar, que los estadounidenses tengan libertad para viajar a Cuba, y que se incremente la colaboración científica y cultural con la isla.

Esta fue la ocasión 19 en que se desplegó esta caravana contra el bloqueo en Miami, iniciativa que se ha extendido a otras ciudades de EE. UU. y del mundo. En Australia, por ejemplo se ha convertido en un creativo peregrinaje que de maneras diversas y sin salir de la nación continente, recorrerá 14 mil 86 km, distancia que separa a los dos países.

Desde esta orilla no dejan de sorprendernos tales expresiones de afecto y solidaridad, tan tozudas en su empeño como la manía imperial de perjudicar a Cuba, más ahora que se cumplen 60 años de aquella Proclama Presidencial (la 3447), firmada por John F. Kennedy el 2 de febrero de 1962, puesta en vigor cinco días después, y que legalizó la ambición, la inmoralidad y la venganza.

Vale recordar la reveladora anécdota de William M. Leogrande y Peter Kornbluh en Diplomacia encubierta con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, libro editado en el 2015 por el Fondo de Cultura Económica de México, acerca de las instrucciones del mandatario demócrata a su secretario de prensa Peter Salinger en la víspera de firmar el nefasto edicto.

 

Foto: tomada de todocuba.org

 

Según los politólogos estadounidenses, el 2 de febrero Kennedy pidió a Salinger que saliera a recorrer la ciudad de Washington y le comprara todos los puros cubanos que encontrara: “Por lo menos mil”, dijo. El entonces presidente se había aficionado de muy joven. Prefería los llamados petitupmann, pero sus humidores atesoraban una variada colección de vitolas y marcas que luego de su muerte fueron subastados por suculentas sumas.

Al día siguiente, el 3 de febrero, Salinger llegó a la oficina oval con la noticia de haber facturado mil 200 tabacos. Solo entonces Kennedy firmó la proclama que los hacía ilegales, al igual que a cualquier otro producto cubano se comercializaba en EE.UU., y viceversa.

Con el tiempo, los leguleyos estadounidenses anticubanos han persistido en codificar el bloqueo hasta convertirlo en un engendro que dificulta el paso, pero no borra el camino. Seis décadas después, aquí están Cuba y sus amigos para demostrarlo.

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