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Rostros valientes

Con poca experiencia y muchos temores, así llegaron Abel y Digné a diferentes zonas rojas a atender pacientes positivos a la Covid-19. Él, médico recién graduado y ella, estudiante de enfermería aún, son dos de esos miles que en Camagüey no se detuvieron ante la dificultad de la enfermedad y que hoy, en agradecimiento, reciben la medalla Hazaña Laboral y el sello de Mérito al Humanismo, Sensibilidad y Solidaridad.

 

Miles de trabajadores del sector de salud en Camagüey son reconocidos por su entrega ante el enfrentamiento a la Covid-19. Foto: Gretel Díaz

Cuando Digné Hernández Estévez decidió estudiar enfermería nunca imaginó que sin llegar a graduarse descubriría en la práctica las crudezas de un virus desconocido.

Y es que mientras cursaba el quinto año de la licenciatura y la Covid-19 ganaba terreno, ella, sin pensarlo mucho, manifestó su interés de ir a “ayudar a cualquier lado”.

 

Para Digné fue un honor recibir la medalla Mérito al Humanismo, Sensibilidad y Solidaridad que reconoció su entrega en zona roja. Foto: Gretel Díaz

“Me dijeron que sí, apunta, y a finales de febrero comencé a prestar servicios en el centro de aislamiento que radicaba en la Universidad de Ciencias Médicas. Eran tiempos complejos y sentía que debía brindar mi granito de arena, aun cuando no tenía mucha experiencia profesional».

“Y por supuesto llegué con mucho miedo, pero cuando vi a los primeros pacientes recuperándose y saliendo bien se me quitó. Claro, allá adentro se vivieron momentos complejos, como el primer paciente que se complicó. Ahí tuvimos que hacer de todo y con pocos recursos, pero lo estabilizamos y lo entregamos al sistema integrado de urgencias médicas; y el paciente rebasó la pandemia».

“A la zona roja entré unas cuatro veces y la última lo hice para ocuparme de la administración del edificio tres, cuidando los recursos médicos y exigiendo el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad”.

Para Digné cada experiencia vivida, mientras colaboraba en el enfrentamiento a la pandemia, le reafirmaron sus convicciones y sus deseos de especializarse en terapia intensiva, y le demostraron, además, que, si todos aportan, no hay enfermedad que aguante.

 

La medalla Hazaña Laboral siempre le pareció a Abel algo impensable, por lo que lo agradece mucho. Foto: Gretel Díaz

Abel Dicet Borges lleva unos tres años de graduado como médico y, apenas dos, como residente en terapia intensiva en el hospital clínico quirúrgico Amalia Simoni. Y la mayor parte del tiempo de la formación como especialista la ha vivido en zona roja enfrentando a la Covid-19.

“Realmente ha sido bastante duro, explica, algo fuerte y que nos choqueó psicológicamente. Solo gracias al apoyo de nuestros profesores y de todos los que estaban allá adentro es que podíamos llevar a los pacientes a la mejoría y sobrevivir a las cosas fuertes, a veces imposibles de contar, que sucedieron».

“Una de las cosas complejas era estar lejos de la familia, sobre todo cuando mi hermana, mi sobrino y mi novia, que es médico también, se contagiaron con la Covid-19. Eso fue un golpe fuerte, porque estaba en zona roja y no podía atenderlos. Tenía que seguir con mis pacientes, centrarme en ellos y solo por teléfono saber de los míos».

“Por esas cosas vividas, hoy les pido a todos que se cuiden para que nos cuiden, porque realmente no queremos regresar a donde estábamos”.

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