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Perú, el desafío del bicentenario

En los 200 años de república, el Go­bierno de Perú ha tenido una docena de presidentes juristas y medio cen­tenar de activos, o jubilados, de las Fuerzas Armadas. Los demás han sido hacendados, ingenieros, médicos, em­presarios, economistas, arquitectos y un sacerdote. El pasado 28 de julio, cuando la nación festejaba el bicente­nario de la independencia proclamada por el generalísimo José de San Mar­tín, asumió el primer maestro, Pedro Castillo Terrones, de origen campesi­no para rematar. Acudió a la ceremo­nia de entrega de los símbolos consti­tucionales con el sombrero chotano de paja de palma que le acompañó toda la campaña.

Foto: EFE Presidencia de Perú

La confirmación de su victoria en segunda vuelta demoró 43 días, pues el Jurado Nacional de Elecciones debió auditar más de 200 mil boletas a pe­dido de Keiko Fujimori, candidata de la agrupación política Fuerza Popular a la que finalmente ganó por estrecho margen (44 mil votos).

El anhelo de construir un país más justo estuvo plasmado en el lema de campaña No más pobres en un país rico, pero para el Profe, como le llaman varios de sus seguidores, la presidencia podría ser el examen más complejo de su vida. Los desafíos son enormes y en todos los órdenes, económicos, políticos, sociales y culturales.

Para empezar, enfrenta a un Legis­lativo fragmentado, en el que su parti­do, Perú Libre, solo cuenta con 37 cu­rules de las 130 que lo componen. Las contradicciones entre esas dos instan­cias de poder, Ejecutivo y Legislativo, han sido fatales para algunos de los que le han antecedido. Le tocará entonces negociar, quizás hasta con la mismísi­ma Fujimori, y que todo sea por un bien mayor.

La pandemia de la COVID-19 ha tenido un impacto brutal en Perú. Allí se ha reportado la mayor tasa de mor­talidad del mundo por cada 100 mil ha­bitantes, negociar vacunas e inmunizar tiene también prioridad absoluta.

Cuando aún no com­pleta el primer mes como presidente, Castillo ha pro­puesto romper con los sím­bolos coloniales y mudarse a una sede más modesta, de manera que el ostentoso Pa­lacio de Gobierno, inaugurado en 1938, se convierta en un museo nacional.

En el primer discurso a la nación reivindicó a las poblaciones indíge­nas, afroperuanas, nikkei y tusán, como componentes esenciales de la sociedad peruana actual; y frente a esa realidad, sugirió renombrar al Ministerio de Cultura como de las Culturas.

En política exterior ha emi­tido señales altas y claras de su interés por potenciar una postura independiente que haga honores al bicentenario. Y, para empezar, podría dejar al entreguis­ta Grupo de Lima sin nombre y sin sede.

 

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