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RETRATOS: No colgar nunca los guantes

De habérselo propuesto, Evelio Tellería Alfaro hubiera sido baterista. La culpa la tuvo el pequeño instrumento de percusión que le obsequiaron sus padres un Día de Reyes y al que él se encargó de sacarle agradables sonidos, luego de torturar a la familia con los repiques. Gracias a su tía Mariana, aprendió pronto canciones en inglés y luego sería por siempre un empedernido fanático de los Beatles, los Rolling Stone y la Orquesta Aragón.

 

Al concluir el preuniversitario, Evelio Tellería Alfaro estaba convencido de que su futuro era el periodismo. Foto: Agustín Borrego

Sin embargo, sería el periodismo quien lo cautivaría, pues bebió de una fuente muy cercana: en su padre Evelio Tellería Toca encontró la inspiración para una carrera a la cual se ha consagrado durante décadas.

“A la casa llegaban muchos periódicos y como sabía leer desde los seis años, yo los cogía y los hojeaba. Mi papá fue primero maestro, en una escuela pública en Cabañas, actualmente provincia de Artemisa. Ahí estuvo hasta 1947, pero ya, en 1943, matriculó en la escuela profesional de periodismo Manuel Márquez Sterling. Alternaba el magisterio con el periodismo. Laboró en la emisora Unión Radio, en los periódicos La Calle y Diario Nacional. Luego del Primero de Enero de 1959, permaneció en los órganos nacionales, Revolución y desde su fundación, en 1965, en Granma.

 

El Maestro Evelio Tellería Toca recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí. Foto: Agustín Borrego

Recuerda que su padre estuvo vinculado siempre al movimiento obrero. “Según contaba, conoció a diversos líderes sindicales, entre estos Ñico López, Jesús Menéndez y Armando Mestre”.

Para el viejo, aseguró Tellería, fue un privilegio ser amigo de Lázaro Peña, a quien definió como el dirigente obrero más honesto y también el más conocido y prestigioso. “Estas cualidades y el hecho de poseer la confianza de las masas trabajadoras, así como su experiencia sindical, su historial de lucha social, su prestigio dentro y fuera de Cuba y, sobre todo, su moral comunista, lo hacían el compañero más apropiado para ayudar a encaminar a nuestro movimiento obrero hacia la construcción de la sociedad socialista. Por ello se ganó el honor y la responsabilidad de actuar como la principal figura rectora o asesora del alto mando sindical”.

En la familia quedó como algo especial la forma en que Tellería Toca conoció al entonces joven Fidel Castro. “Estando en Unión Radio, decía que Fidel llegaba ansioso y lo tocaba por la espalda, y le expresaba: ‘dame un chancecito para escribir’. Y casi lo levantaba en peso de la silla, para sentarse a redactar. En sus artículos, denunciaba las injusticias que se cometían contra el pueblo”.

Escuchando esas anécdotas creció el hijo, quien después visitaría la redacción de Revolución y Granma y se conectaría con el teclear de las máquinas de escribir y el olor a tinta de los periódicos.

Graduado en 1972, en el preuniversitario René O. Reiné, de la Víbora, no dudó en solicitar la Licenciatura en Periodismo. Al graduarse, en 1976, cumplió servicio social en la Isla de la Juventud, en el periódico Victoria y a su regreso a La Habana, se inició en 1978 en Trabajadores, órgano de la CTC. “Este centro ha sido como mi segunda casa. Aquí crecieron mis hijos, conocí destacados colegas, hice amigos, atendí por siempre el movimiento obrero, en particular el sector metalúrgico”.

 

Considera a Trabajadores su segunda casa. Foto: Agustín Borrego

“No fui para Granma, no quería sentir la presión de la pupila paterna. Él era recto y exigente; le gustaban el orden, la disciplina y la voluntad para trabajar. No obstante, era mi maestro, escuché siempre sus consejos y los apliqué.

La laboriosidad, modestia, ética y solidaridad con los colegas son valores que identifican la obra de padre e hijo. Recordó que el papá tuvo a mano el indispensable archivo y alguna que otra vez, acude a este para recrear temas históricos y del movimiento sindical.

Fiel a Trabajadores, único centro en el que ha laborado, hace un año se jubiló, aunque formalmente. De vez en cuando, hace coberturas porque como él afirma, en esta profesión “nunca se cuelgan los guantes”.

 

Junto a parte de la familia. Foto: Agustín Borrego

Heredero de una hermosa familia, en el que sigue siendo la reina, María Alfaro, a sus 103 años, Telle, como muchos le dicen, se ha consagrado también a su esposa, los tres hijos y dos nietos. Fueron ellos quienes le organizaron hace poco un festejo singular por su aniversario 70, en el que por supuesto no faltaron las canciones de los Beatles y los sones de la Aragón.

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