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Cuando la banca se hizo cubana

Un gran titular en primera plana del periódico Revolución anunció dos trascendentales acuerdos del Consejo de Ministros adoptados el 13 de octubre de 1960: la nacionalización de 382 grandes empresas indus­triales y comerciales pertenecientes a la burguesía cubana, y de los bancos cubanos y extranjeros, con exclusión de los canadienses, que estaban prestando un servicio internacional al Gobierno.

 

Foto: Tomada de www.bc.gob.cu

 

La segunda medida, correspondiente a la Ley no. 891, consideró in­dispensable transformar la vieja estructura bancaria de la nación y adecuarla a las nuevas condiciones del desarrollo económico creadas como consecuencia del proceso revolucionario.

En el texto del documento se señaló que la creación de dinero y la asignación del crédito debían constituir funciones públicas que atañen exclusivamente al Estado, acorde con los requerimientos de la pla­neación económica, y no debían estar a cargo de empresas privadas que funcionaban bajo el acicate de la ganancia y priorizaban el interés individual por encima del colectivo. En su lugar, se designó al Banco Nacional de Cuba como organismo encargado de regir la función ban­caria.

Esta ley se sumó a la resolución adoptada días antes de la nacionali­zación de los bancos estadounidenses, teniendo en cuenta que estos habían sido uno de los instrumentos más eficaces de la intromisión im­perialista en nuestro desarrollo histórico, y su actividad un factor deci­sivo en el proceso de deformación de nuestra estructura económica, por tanto resultaban un obstáculo para la liberación nacional.

Tales legislaciones se aprobaron mientras el Che se desempeñaba como presidente del Banco Nacional de Cuba. Su designación había escandalizado al imperio y a la burguesía nacional, a quienes el Co­mandante en Jefe respondió: “El Che está ahí igual que cuando lo man­damos a Las Villas a impedir que pasaran las tropas enemigas hacia Oriente; lo he mandado al Banco Nacional a impedir que se vayan las divisas y para que el parque que tenemos en divisas pues se invierta correctamente”. Esa responsabilidad la cumplió de manera brillante en los apenas 15 meses en que la asumió, durante los cuales imple­mentó las leyes de nacionalización y dejó establecidas las bases de lo que sería la banca socialista.

Por la trascendencia de la ley adoptada el 13 de octubre de 1960 el Sindicato de Trabajadores de la Administración Pública escogió esa fecha como el Día del Trabajador Bancario.

 

 

Desde entonces y durante estos 60 años los trabajadores del sector han tenido ante sí grandes misiones: primero, la reestructuración del sistema bancario nacional, un año después el canje de la moneda, ope­ración de gran envergadura, destinada a evitar que se utilizara el capi­tal financiero para sufragar a la contrarrevolución; y en las siguientes décadas realizar su labor en un entorno hostil, por los efectos del blo­queo económico, financiero y comercial de los Estados Unidos.

Este ha pretendido asfixiar la economía cubana al impedir que sus empresas realicen operaciones en el exterior de manera expedita, lo cual ha obligado a la Mayor de las Antillas a hacer transacciones más costosas en lugares distantes, y ha frustrado muchas operaciones con entidades financieras a las que Washington ha impuesto severas sanciones por vincularse a Cuba, lo que ha provocado que otras se rehúsen a sostener trámites con clientes cubanos por temor a las re­presalias.

Ante la compleja situación epidemiológica derivada de la presencia de la COVID-19, los trabajadores del sector han buscado soluciones para mantener las operaciones impostergables para la población y aquellas de comercio exterior que garantizan el mantenimiento de la economía. Pero la misión mayor que se les avecina y en la cual tendrán un papel protagónico será la de capacitarse para tomar parte activa de las actividades vinculadas a la tarea ordenamiento, proceso de carác­ter estratégico para el avance de nuestro modelo económico y social.

Este permitirá, como señaló el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, destrabar el avance de otras medidas. Se favorecerá el sector exportador, se propiciará la correlación de precios, se crearán incentivos para el sector empresarial y propiciará el encadenamiento productivo. Habrá mayor transparencia de la contabilidad en la co­rrección en los balances empresariales y los estudios de las inversio­nes, entre otros aspectos.

En todo ello estará presente la labor de los bancarios, quienes este 13 de octubre recibirán el reconocimiento de la ministra presidenta del Banco Central de Cuba y del secretariado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública, por lo logrado en condicio­nes adversas y convencidos de que sabrán asumir los desafíos que tienen por delante con igual dedicación y entrega.

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