Icono del sitio Trabajadores

Luego de Crema, soy otro médico

Yosmani Pupo Barrio en sus 31 años lo más lejos que ha estado de su familia han sido unos 120 kilómetros, la distancia que separa a su tierra natal Las Tunas y a su otra casa en Camagüey.

 

El doctor Yosmani ya viste de uniforme, listo para trabajar en el hospital militar de Camagüey o en cualquier tarea que le asignen. Foto: Adriana Rojas Preval

 

Ese miedo a dejar a los suyos puede paralizar hombres, pero a este joven médico, no. Ya se conocía de la fuerza con la que crecía la pandemia del nuevo coronavirus en el mundo y en Cuba aparecían los primeros casos positivos.

El primer teniente y especialista en medicina interna se imaginaba, a su vez, que a partir de ese momento todas las horas del día se dedicarían a mitigar esa enfermedad. Mas, no pensó que de inmediato lo llamarían para conformar la brigada Henry Reeve, que acudiría a Crema, Lombardía, Italia. Ahora, la lucha sería lejos.

“No creía que podrían convocarme para una misión tan importante, cuenta Yosmani. Nunca había salido a cumplir una tarea como esta, pero sabía que era diferente.

“Partimos de Cuba con una clara idea de que lo que encontraríamos sería difícil. Y en cuanto llegamos y recorrimos el lugar, constatamos que era más complejo.

“Pero yo, como mis compañeros, habíamos ido a Italia a sanar, a esforzarnos por salvar vidas, a hacer lo que hacíamos en Cuba siempre y lo mejor posible”.

Dice el joven doctor que ir a Italia fue una experiencia única, que lo hizo crecer como médico y hombre. Foto: Leandro Pérez Amador

Dos meses y medio pasó Yosmani cuidando personas totalmente desconocidas; gente que, una vez recibían el alta, eran más que un paciente, eran familia. Quizás por eso el tunero-camagüeyano lamenta haber perdido el contacto con muchos de ellos, pero por las noticias y las redes sociales, los sabe bien, sanos y agradecidos de la labor que hicieron.

Esa primera misión, dice, “me convirtió en otro hombre, en otro médico más humano y más maduro; y más revolucionario.

“Fue una experiencia muy bonita. Difícil y riesgosa al principio y desde que salimos lo supimos. Pero la voluntad de querer hacer las cosas bien y de ayudar a la humanidad, prevalecieron”.

Ahora, tras un descanso, Yosmani dejó la comodidad del hogar. Explica, como si no se comprendiera, que debe, y tiene, que estar con sus compañeros del hospital militar, quienes también realizaron una hazaña enorme al enfrentar de forma exitosa a la Covid-19 aquí.

“Lo que ellos hicieron, añade, me llenó de orgullo porque son unos profesionales muy buenos. Gracias a ellos el gran peligro pasó, pero queda por hacer y quiero estar junto a ellos en lo que sea necesario.

“Por el momento el hospital se encuentra en la fase de desinfección para, a mediados de agosto, reabrir y volver a la normalidad asistencial. No obstante, un área permanecerá lista en caso de que aparezcan nuevos enfermos por el coronavirus. Y yo estaré aquí para colaborar en lo que haga falta”.

Compartir...
Salir de la versión móvil