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El camino de la lealtad

Palabras urgentes para un amigo (Publicado en el libro Nuestro amigo Leal)

 

Para hablar de Eusebio Leal hay que hacerlo con el corazón, porque Eusebio no es un hombre común, es un hombre excepcional, un elegido.

 

 

Leal a la Patria, al trabajo creador, a la virtud, Eusebio Leal se ha ganado el afecto y la admiración de todos los cubanos, entre otros méritos, por contribuir con ingenio y maestría a salvar la ciudad del daño arrasador del tiempo y el olvido.

Aunque no poseo el don de la oratoria y la escritura, podría pasar horas elogiando a quien con perseverancia y pasión ha empleado toda su vida a levantar de las ruinas, espacios que parecían insalvables, y hoy devienen majestuosos monumentos de la historia, la cultura y la vida de la nación cubana. Pero no, que sea la Ciudad quien lo premie, la Patria quien lo honre y Dios quien lo bendiga. Ya aparecerá la mano virtuosa, que en vida y no después, lo funda en bronce o talle en piedra, y lo plante en el centro de la ciudad para que su efigie, y no solo su alma, permanezca eternamente entre nosotros. Así quien visite la hermosa capital podrá estrechar su mano y ofrendarle una flor.

Mientras, sirva esta imagen para honrarlo: En su pecho la medalla, en sus manos el sombrero de labrador, a su espalda a toda luz, el Maestro, aquel que señaló el camino, que Eusebio con lealtad siguió.

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