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Hombres sin mujer: una formidable novela

«El que acuse estas páginas de inmorales, que no olvide que todo lo que dicen corresponde a un mal existente, y que por lo tanto es este, y no su exposición, lo que primeramente debe enjuiciarse».

Con tales palabras presenta su autor, Carlos Montenegro, en la nota titulada «Al lector», la novela Hombres sin mujer que, a más de ocho décadas de su primera edición, no ha dejado de despertar el interés de lectores y críticos.

Aparecida por la Editorial Masas, en México, en 1938, esta narración, en veinte capítulos, cuenta una desgarradora y trágica historia carcelaria, desarrollada, en las primeras décadas de la pasada centuria,  en el Castillo del Príncipe.

No es esta una novela autobiográfica, aunque su autor –quien es condenado a 14 años, 8 meses y 21 días  por asesinato— utilizó, incuestionablemente, sus propias vivencias para estructurar la trama contada.

En Hombres sin mujer es fácil advertir el dominio de Carlos Montenegro para narrar situaciones, describir ambientes, caracterizar personajes e hilvanar diálogos que, por su precisión y destreza, enriquecen el relato.

La primera edición cubana de esta novela data de 1994, por el sello Letras Cubanas, casa que también la publicaría, en el año 2001, junto a otras narraciones del autor, con selección, prólogo y notas de Imeldo Álvarez.

La tercera y cuarta entregas de Hombres sin mujer –igualmente por la Editorial Letras Cubanas—, con introducción y anexos de Jorge Domingo Cuadriello, están fechadas en los años 2013 y 2018.

En el documentado y completo estudio que presenta la obra, Domingo Cuadriello afirma:

Desde las palabras iniciales, Montenegro declaró explícitamente que había escrito esta obra con el propósito de denunciar con crudeza las aberraciones sexuales, la violencia, los abusos y las humillaciones de toda índole que imperaban entonces en los reclusorios cubanos, «que gentes ingenuas o criminalmente despreocupadas, insisten en llamar reformatorios».

Es esta una novela destinada a plasmar la degradación humana que prevalecía en los presidios de las primeras décadas del siglo XX en Cuba con la complicidad culpable de carceleros y gobernantes y bajo la mirada indiferente de la sociedad.

Narrador, dramaturgo, periodista, Carlos Montenegro (Galicia, 1900-Miami, 1981) llega con siete años a la capital cubana, se vincula a la marinería y, en 1920, es condenado por homicidio por la muerte de un hombre en una riña callejera.

Foto: Ecured

En prisión da a conocer sus primeros poemas y su relato «El renuevo» obtiene, en 1928, el primer premio en un concurso convocado por la revista Carteles, texto incluido en su libro El renuevo y otros cuentos, aparecido en 1929.

Luego de cumplir su condena, en 1931, ejerce el periodismo –es corresponsal, en España, de la revista Mediodía durante el gobierno republicano— y ocupa diversas responsabilidades en el sector de la prensa –entre ellas, jefe de redacción del diario Hoy.

Su obra incluye, entre otros títulos, las piezas para la escena Tururí Ñan Ñan y Los perros de Radziwill, el libro de cuentos Dos baros y el testimonio Aviones sobre el pueblo. Relato de la guerra de España.

En la década del treinta, ingresa al Partido Comunista de Cuba –de cuyas filas es expulsado en el año 1945— y, al triunfo de la Revolución Cubana, viaja al exilio, primero a Costa Rica y luego a Estados Unidos.

Hombres sin mujer, la única novela escrita por Carlos Montenegro, no ha perdido –como toda obra clásica— esa lozana vigencia que invita a que nuevos lectores lleguen, una y otra vez, a sus páginas.

De ahí que el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar llegara a afirmar que Hombres sin mujer es «una formidable novela (…), una de las más extraordinarias novelas que haya escrito nunca un cubano».

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