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Cuco, el mago de la innovación (+ Fotos)

“Mi apodo me gusta, lo he llevado durante ochenta y un años. Mi santo y seña, Valerio Teófilo Hernández Pérez, es para actos y condecoraciones. En el taller, que es mi vida, soy Cuco, el mecánico del Minint”.  Así, franco y directo, fue su saludo cuando con todo el respeto que merece un Héroe del Trabajo de la República de Cuba, lo llamé por sus nombres y apellidos.

Como nuevo queda cualquier vehículo que este hombre toma por su cuenta. Foto: Lourdes Rey

Quizás sin saberlo, comenzó en ese mismo instante la entrevista que devino conversación fluida porque habla de manera impetuosa, con dicharachos y refranes, con pasión por lo que hace. Valerio Teófilo Hernández Pérez, Cuco, representa a los trabajadores del sindicato Civiles de la Defensa y labora en el taller de transporte del Ministerio del Interior (Minint), de Villa Clara.

Al observarlo se me olvidó su edad, es que posee una energía sorprendente y una fuerza en las manos que asombra. Toma con seguridad y exactitud cada llave, tuerca, martillo… cualquier herramienta, incluso aquella con más de un siglo de antigüedad  y que guarda cual un tesoro. Así sucede con una báscula que reconstruyó en todas sus partes, fiel en todos sus parámetros, la cual utiliza casi a diario.

Con solo escuchar el sonido de los carros que entran y salen del taller, intuye el diagnóstico del desperfecto. “La mecánica es vista y oído. Este carro tiene cerrada la convergencia en  20 milímetros, hay que corregir la dirección”,  sentencia.

Foto: Lourdes Rey

Estaba en lo cierto, al corroborar con los instrumentos de medición,  el resultado fue exactamente el que supuso. Con humor de buen cubano recordó el antiguo refrán: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Pero, según quienes lo conocen, no lleva ningún demonio dentro. Es noble, trabajador de convicción, el primero en llegar y el último en irse, honrado hasta la médula, le gusta el bolero y le han visto humedecérsele la mirada ante los problemas de otros.

Cuenta que se hizo cargo de la familia con tres hermanas siendo muy joven y que en la casa no había recursos para sostenerle los estudios, por eso decidió ser mecánico. Se formó en Minas de Jarahueca, porque nació en la provincia de Sancti Spíritus, aunque casi toda su vida se ha desarrollado en Villa Clara.

Conoció de la Revolución y sus luchas con su padre, un viejo comunista, empezó apoyando a los combatientes de la  clandestinidad y terminó en medio de la toma de Santa Clara, en pleno barrio Condado bajo el mando del capitán Pedro Rivalta. Luego estuvo arreglando los vehículos de las tropas que capturaban bandidos en el Escambray, fue de los que en 1965 fundaron el Partido Comunista de Cuba.

Foto: Lourdes Rey

Asegura que nada lo ha deprimido: ni los días de Girón, ni los años de lejanía en Angola; solo le quita el sueño concebir una innovación.

El mago de la innovación

Lo que durante décadas ha creado con sus manos manchadas de grasa, lo que ha logrado reconvertir, teniendo solo alambres o ganzúas,  es una historia que se narra y parece ciencia ficción.

 

Detrás de cada una de sus creaciones se esconde un hombre con inteligencia natural y sabiduría  incalculable, un creador, un artista que alienta junto a tuercas, tornillos y engrasado de pies a cabeza.

Puede ser lo mismo mecánico, electricista, soldador o tornero de cualquier equipo, herramienta o incluso inventarlas. Perdió la cuenta de las innovaciones que ha realizado, al punto que casi le cambian el sobrenombre de “Cuco” por el de “Mago de la innovación” y nunca ha prestado atención a cuánto ha ahorrado al país sus innovaciones, aunque la cifra, se sabe, es millonaria.

 

Tiene sus propias herramientas, las arregla y acondiciona a las necesidades de cada trabajo que emprende. Foto: Lourdes Rey

 

Ideó una fábrica de bloques,  arregló concreteras, confeccionó molinos de áridos, otros de pienso para la producción de pescados, así como para alimentar a los animales de las fincas de autoabastecimiento del Minint, en medio del Periodo Especial; ha reconvertido maquinarias de diversos tipos, y hasta diseñó y confeccionó una fábrica de embutidos.

“En estos momentos acabo de reconvertir un transporte colectivo que llegó al taller con el motor deshecho, sin transmisión ni rayador, poco a poco adapté piezas y, ha quedado como nuevo”, asegura y lo muestra  con sano orgullo.

Foto: Lourdes Rey

“Lo que sí me gusta, lo que me llena de orgullo y no me da pena decirlo, es que me digan que mi trabajo quedó bien, que me recuerden por haber hecho todo casi a la perfección, esa es mi gran satisfacción”, así dice y  conmueve su profundo sentimiento de humildad y sencillez.

«Me gusta bailar bolero y danzón, también la cerveza, admiro la belleza de las mujeres, juego dominó. La única herencia que le dejo a mis tres hijos es la de trabajar, lo aprendí de mis padres y esa manera de ser quedó prendida en mí, no conozco otra manera de vivir. Mi esposa y yo nos hemos entendido, ella diagnostica pacientes y yo vehículos, maquinarias, equipos, somos un buen dúo y así hemos envejecido juntos; ella ha sido mi sostén”, reconoció.

“Ser Héroe del Trabajo de la República de Cuba es un honor que no creí merecer, aquí hay Cuco para rato, arreglando e inventando,  siendo fiel, ese título lo honraré hasta el último suspiro”, sentenció, a la vez que se le humedecía la mirada y se le entrecortaba la voz.

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