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El Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro (Primera parte)

Por: Dr. C. Tomás Diez Acosta

Los profundos cambios revolucionarios que tuvieron lugar en Cuba —a partir de enero de 1959— dirigidos a beneficiar a las amplias masas de trabajado­res, no solo afectaron los intereses de las clases explotado­ras, sino también iniciaron el fin del sistema de dominación neocolonial impuesto al país, a comien­zos de siglo XX, por los Esta­dos Unidos.

Dwight D. Eisenhower.

Asombrados ante la quiebra de su hegemonía inje­rencista, los gobernantes estadounidenses desde los primeros momentos hicieron todo lo posible para impedir ese proceso de radicales transformaciones, alentaron y subvencionaron los más diversos proyectos contrarrevolucio­narios.

Durante 1959 el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos trabajaron en un proyec­to común con el propósito de acelerar el desa­rro­llo de una oposición interna en Cuba, la cual podría servir a cam­bios dentro del gobierno cubano, favorable a los intere­ses de Estados Unidos. Pero no fue hasta finales de 1959 que las actividades subver­sivas auspiciadas por la Casa Blanca alcanzaron su clímax.

A princi­pios de enero de 1960, el Director de la CIA, Allen Dulles pidió al presidente Dwight D. Eisenhower una reunión para presentarle una propuesta de la Agencia para sabotear los centra­les azucareros. Según recuerda Gordon Gray, asistente especial para Asuntos de Seguridad Nacional, quien estuvo presente en ese encuentro, escribió que el Presi­dente no estaba satisfecho con lo que se había hecho hasta ese momento y le planteó a Dulles que:

[…] él no tenía objeciones […]. Sin embargo, él pensó que cualquier programa debía ser mucho más ambicioso y que probablemente ya era tiempo de moverse contra Castro en una forma positiva y agresiva […]. Le pidió al Sr. Dulles que volviera con un programa más amplio.[1]

Ante este reclamo presidencial, se creó dentro de la CIA un aparato de dirección encargado de llevar a cabo la guerra secreta contra Cuba. A esos efectos el 18 de enero de 1960, se constituyó la Sección 4 de la División del Hemisferio Occiden­tal de la CIA (WH/4, según sus siglas en inglés).

La WH/4 de inmediato comenzó a elaborar de un proyec­to de accio­nes encubierta que estuvo listo en marzo de 1960. El día 16, de ese mes, fue avalado por el Grupo Especial 5412 del Con­sejo de Seguridad Nacional y presentado al presidente Eisen­hower para su aproba­ción.[2] El documento está estructurado en seis puntos: objetivo, resumen, dirección, cobertura, presupuesto y recomendaciones; y tres tablas anexas: oposición política, propaganda y anexo financiero.

El objetivo del programa, como se consigna en el documento, era el de “[…] provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que respon­da mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para los Estados Unidos […]”[3] Para el logro de ese propósito el método que se plantea la CIA emplear en esencia, “[…] consistirá en incitar, apoyar, y en lo posible, dirigir la acción, dentro y fuera de Cuba, por parte de grupos selectos de cuba­nos, que pudieran realizar cualquier misión por iniciativa propia.”[4] En el punto de resumen se plantea que el programa contempla cuatro procedimientos de acción fundamentales:

  1. El primer requisito es crear una oposición cubana respon­sable, atractiva y unificada al régimen de Castro, que se declare pública­mente como tal, por lo que debe estar necesa­riamente ubicada fuera de Cuba. […]
  2. Para que la oposición pueda ser escuchada y la base del apoyo popular a Castro debilitada, es necesario desarrollar los medios de información hacia el pueblo cubano, con el fin de iniciar una pode­rosa ofensiva propagandística en nombre de la oposición declarada. […]
  3. Se trabaja en la creación de una organiza­ción secre­ta de inteligencia y acción dentro de Cuba, que responde­rá a las órdenes e instrucciones de la oposición en el “exilio”. […]
  4. Ya se realizan los preparativos para crear una fuer­za paramilitar adecuada fuera de Cuba, así como ­los mecanismos para el necesario apoyo logístico a opera­ciones militares encubiertas en la isla. […] [5]

El punto denominado “la dirección”, se inicia llamando la atención a la importancia de “[…] evitar la rivalidad que pertur­be y divida a los principales líderes cubanos de la oposición…” De igual modo señala la urgen­cia de seleccionar un líder que “sea un político juicioso, no ambicioso y eminente» para que “pueda atraer, controlar y enviar numerosas fuer­zas». Este líder que encabezaría el derrocamiento de la Revolución contaría “[…] con apoyo norte­americano concentrado sobre él y forta­lecido con la tarea a realizar.”[6]

El aspecto titulado “cobertura” no era más que el concepto clásico que caracterizan a las operaciones encubiertas, pues se formula que “todas las acciones acometidas por la CIA en apoyo o en nombre del consejo de la oposición se presentarán, por supuesto, como actividades de esa entidad […]”. El personal de la CIA que por razones de trabajo tenga contacto con los exiliados aparecerá como representante de “[…] un grupo de hombres de negocio norteamericanos como cobertura, los cuales tienen un interés marcado en los asuntos cubanos y desean apoyar a la oposición”. Se indica en el programa que para afianzar esta cobertura “[…] se espera que se colecten importantes fondos de fuentes privadas… Ya se han prometido cien mil dólares […]”.  En el momento preciso el Consejo emitirá un bono para recolectar la suma adicional de dos millones de dólares. […]. [7]

El presupuesto previsto en un inicio para este programa se estimó “[…] en 4 400 000 dólares de los fondos de la CIA”, distribuidos en: 950 000 para la acción política, 1 700 000 en propaganda, 1 500 000 actividades paramilitares y 250 000 en recopilación de inteligencia.[8] En las recomendaciones se autorizó a la Agencia Central de Inteligencia a ejecutar este programa y  separar los fondos necesarios para este propósito proveniente de la reserva de la Agencia para contingencias.

En la tabla A, “La oposición política”, señala que la CIA estaba en contacto directo con tres grupos contrarrevolucionarios —Montecristi, el Partido Auténtico y el Frente Democrático Nacio­nal—, cuyos integrantes, muchos, eran antiguos miembros del 26 de julio que habían desertado y que no estaban identificados ni con Batista, ni con Trujillo. Estos grupos —de acuerdo al concepto de subversión ideológica—, “[…] se ajustaron perfecta­mente al lema planifi­cado para la oposición de ‘Restaurar la Revolución’.”  Además, declara que se formaría “[…] un Consejo o Junta de oposición en el término de 30 días con delegados de estos grupos que posiblemente se aumentaran con representantes de otros.” Se indica también que aunque era prematuro contar con una plataforma política para dicha entidad, en la tabla se sugería como posibilidad los siguientes puntos:

  1. Que el régimen de Castro es una nueva dictadura… y que fortalece la influencia Sino–soviética.
  2. Cuba tiene el derecho a un gobierno democrático y honesto, basado en elecciones libres. No existen esperanzas para esto mientras que Castro ahogue los derechos de los legítimos partidos políticos y de la libertad de expresión.
  3. Se debe poner en práctica un programa realista de reforma agraria en favor de la propiedad privada de la tierra.
  4. Se deben restaurar las libertades individuales y se deben eliminar el colectivismo en el comercio y la educación.
  5. Se debe eliminar la influencia sino–soviética en los asun­tos de Cuba. [9]

Asimismo, en el documento se planifica “[…] un grupo de investigación especial formado por cubanos con apoyo norteamericano para perfeccionar y ampliar estos puntos del programa político y para que produzcan mate­riales de propaganda… para ser utilizados por y en beneficio del Consejo de la oposición.”[10]

La Tabla B, “Propaganda”, no es más que la instrumentación de la acción propagandística y de guerra psicológica. En tal sentido, en dicho documento se indica que ya la CIA había comenzado la articulación y la transmisión radial contrarrevolucionaria contra Cuba, mediante “[…] la compra del espacio comercial por individuos del sector privado” por onda media en Miami y “[…] se han efectuado gestiones con la estación WRQL para transmisiones adicio­nales desde Massachusetts (en onda corta) y desde la Florida (por la banda de transmisión)”. Además plantea que “[…] los presidentes Betancourt e Ydígoras han acordado el empleo de estaciones comerciales para las transmisiones de onda corta desde Caracas y Ciudad Guatemala. La CIA ha instrumentado el apoyo a estos esfuerzos por medio del aliento, ayuda a la negociación y ha proporcionado algún material para la transmisión”.[11] Esto último revela también la complicidad —en tan temprana fecha— del gobierno venezolano de Rómulo Betancourt con la CIA en los planes contra la Revolución Cubana.

No obstante, “como voz principal de la oposición, se propone establecer una estación de radio gris controlada por Estados Uni­dos». Esta estación —según el programa de la CIA— se ubicaría probablemente en la isla Swan, donde seis años antes había funcionado otra emisora con los mismos fines propagandísticos y psicológicos, pero dirigida contra el régimen democrático y progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala, que fuera cerrada tras el derrocamiento de ese gobierno en 1954. “La preparación de los guiones (libretos) sería hecha en los Estados Unidos y se trans­mitirían electrónicamente hasta el lugar de la emisión”, nada quedaría a la espontaneidad, la Agencia de Inteligencia ejercería un control absoluto de la guerra psicológica y la propaganda contrarrevolucionaria. En un futuro se ampliaría “[…] la estación de la Isla Swan con al menos otra para asegurar una cobertura completa a todas las partes de Cuba, muy especialmente la región de La Habana”.[12]

Sobre la prensa escrita se plantea el apoyo a la edición de estos medios, por lo cual se afirma que “se han hecho gestiones para imprimir semanalmente el periódico Avance en los Estados Unidos e introdu­cirlo en Cuba de forma clandestina, y por correo a todo el hemisfe­rio de forma regular.” De igual modo, se afirma que “dentro de Cuba, el grupo de acción controlado por la CIA está produciendo y distribuyendo de forma regular publicaciones anticomunistas y contra Castro.” Asimismo, señala que “la CIA se halla en contacto con grupos fuera de Cuba a los que se les va ayudar para que produzcan materiales similares y los introduzcan de forma clandestina dentro de la Isla.”[13]

Este documento fue discutido con el presidente Dwight D. Eisenhower en una reunión especial en la tarde del 17 de marzo de 1960, donde fue aprobado íntegramente. Sobre lo allí discutido en la segunda parte de este trabajo.

[1] Gray to Don Wilson —Assistant Director, Dwight D. Eisen­hower library—, Dec. 3, 1974, p.1, Gray Paper, box 2, DDL.

[2] Grupo Especial 5412, órgano del Con­sejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos para evaluar las operaciones encubiertas (secretas) contra países extranjeros.

[3] “Program of Convert Action against the Castro Regimen, 16 March 1960”. En Peter Kornbluh; Bay of Pigs Declassified. The Secret CIA Report on Invasion of Cuba, The New Press, New York, 1998, p.103.

[4] Ibídem.

[5] Ibídem, pp. 103-104.

[6] Ibídem, pp. 104- 105.

[7] Ibídem.

[8] Véase Tabla C Anexo Financiero, Ibídem, p.109.

[9] Ibídem, p.106

[10] Ibídem.

[11] Ibídem, p. 107.

[12] Ibídem.

[13] Ibídem.

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