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La Guagua: El profe de Entrega

A bordo de La Guagua: “Regalitos” para el educador  tratamos un tema que también se refleja en El profe Manuel y Entrega  cuyo guion ha colocado en el tapete público, de alguna manera, dos temas actuales de la educación: por una parte la actitud ética del maestro, por la otra la enseñanza de la asignatura Historia de Cuba.

Afirma la autora Alina M. Lotti que en los últimos años la ética en este sector se ha visto lacerada por el comportamiento de algunos trabajadores (no se les puede llamar educadores) quienes con determinadas actitudes, criticables, han tratado de desacreditar la Educación.

En cuanto a la enseñanza de la Historia, dice la colega que mucho se ha debatido en los últimos años, por la importancia que esta reviste en la formación de las nuevas generaciones de cubanos.

Y agrega: No podrá haber amor a la Patria si desde las aulas no se trasmite  —tal y como hace el profesor Manuel— el conocimiento sobre los sucesos más trascendentales de la nación y sus héroes, seres humanos con sentimientos, virtudes y defectos, para algunos mitificados, para otros olvidados.

Considera que la novela ha dignificado la figura del maestro en la actuación de quienes como Manuel ven en el magisterio un sentido de la vida, y en la enseñanza de la Historia un camino para continuar siendo libres, independientes y soberanos.

A bordo de esta guagua ha habido interesantes Comentarios Digitales CD, de ellos tomamos algunos, pero recomendamos buscarlos todos y leerlos. Esta es la selección:

Maritza Sayu dice:

De la novela lo que más me gusta es ver el profesor porque además habla de nuestros héroes como seres humanos. Ojalá muchos maestros y profesores se inspiren en esto.

 

Liz dice:

Afortunadamente aún existen maestros y profesores con dignidad, amor y apego a la patria y a l

a profesión. Pero lamentablemente es un tema que necesita de mucha atención por todas las áreas, dígase órganos, gobierno y personas involucradas, primeramente muchas familias cubanas que están muy lejos de la realidad y valores que se deben defender, porque sin querer olvidan que ese niño, ese joven de su casa, un día será alguien reconocido y con valores que los aplicaran con ellos mismos, y lo que le permitimos hoy si es bueno es bueno para ellos y bueno para la sociedad y si es malo también ese resultado es para ellos.

Desgraciadamente los padres con la justificación de la premura con que se viven estos tiempos olvidan o relegan a un segundo plano lo primordial, lo esencial: lograr que su hijo sea un ser digno lleno de virtudes y no será más que orgullo para los padres y la sociedad, que en cierto sentido se está denigrando y despreciando, algo de gran valor que se ofrece en nuestro país que es una educación gratuita, que muchos en el mundo añoran.

En los hogares cubanos se ha degradado la buena educación y las buenas costumbres que se han aprendido siempre por la oralidad y el ejemplo. Madres que gritan, maltratan, dicen palabras obscenas, al igual que maestros y quién sino son esos dos de los mejores ejemplos a seguir por un ser humano.

Agustina Bell Bell dice:

Recuerdo que en mi etapa de estudiante en la década de los 70 hasta los 80 me encantaba la Historia; en sentido general, tenía profesores muy buenos y aún tengo las nociones de joven que guardo en mis conocimientos hasta hoy.

Lástima que con tantas investigaciones realizadas que nos actualizan de la hermosa historia de Cuba, no haya muchos maestros como Manuel. Lástima que se desaproveche la presencia física de combatientes para que intercambien en el aula con los estudiantes.

Pero la novela nos deja entre otros mensajes muy claros cómo la dignidad y los principios del profesor, cuando tiene moral, ética y conocimientos para estar frente al aula y, ello solo no basta, hay que conocer a Cuba a sus mártires y héroes, hay que gustarle la historia, que se te erice la piel con lo que lees e investigas y emocionarte con cada actitud de nuestros patriotas y del pueblo para pararse frente al aula a impartir la asignatura e incentivar a los muchachos de la hidalguía de quienes nos dejaron a una Cuba libre. Eso hace Manuel y nos emociona. Orgullo deben sentir los profe de Historia. Gracias por Entrega. Gracias por el artículo.

Karla Brenda León Suárez dice:

No sé cómo los maestros actuales se acercan a un padre a pedir dinero o algo semejante, tanto para fiestas, como para “comprar pruebas”, ¿es que acaso no se dan cuenta que los alumnos no son iguales, pues no tienen el mismo nivel de aprendizaje? Y entonces… ¿qué estamos haciendo? graduando muchachos que luego no saben nada, que llegan a sus centros de trabajo y no ofrecen credibilidad alguna de sus estudios.

También se podría analizar desde otro punto de vista: que el maestro tiene, como todos, su propios problemas económicos, y mediante su profesión busca la manera de “lucharla” porque el salario no es suficiente para llegar ni siquiera a los primeros 15 días; pero no se justifica, ya que estamos hablando de una noble profesión que debía ser escogida por aquellos que sientan la vocación y pasión que implica ejercerla.

Lucía dice:

Alina, ciento por ciento de acuerdo con su artículo. No sigo la novela cada día, la he visto a veces y estoy de acuerdo con el profesor Manuel y sus métodos. De acuerdo con usted: todas las asignaturas hay que impartirlas con amor, pero la historia de la Patria más, es la única manera de ser un adulto que ame su patria, sus héroes y mártires, su historia, porque el recuerdo de un buen profesor o profesora que la impartió con amor y la prendó en nuestros corazones es muy importante y será para siempre. Converso con jóvenes de la edad de mi hija, de los comienzos del período especial y otros que tienen menos y me han dicho, “bueno, yo no había nacido cuando eso ocurrió” y yo le he respondido: tampoco cuando Martí y Maceo, entonces me dicen “es que lo dimos por arriba”. Puede ser que lo hayan dado por arriba, pero lo principal es que faltó el amor y entonces quedó en el aire y se perdió, nunca lo aprendieron muchos hechos de nuestra historia, mucha sangre derramada para disfrutar lo que disfrutamos, desde Guamá hasta hoy. ¡Vivan Martí, Gómez y Maceo! ¡Viva el 24 de febrero! ¡Viva la Revolución Cubana, que comenzó el 10 de octubre de 1868!

Viñeta: Alfredo Martirena Hernández

En resumen:

Se trata de una novela cuya calidad ha sido disfrutada por los televidentes, quienes sin dudas han encontrado en ella un motivo para la reflexión, no solo de la enseñanza de la Historia, sino también de la educación, que es una obra de la Revolución que ni los enemigos pueden negar.

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