El mal llegó por el mar

El mal llegó por el mar

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A mediados de octubre una familia se acercó a una de las playas de Francia y para su sorpresa vieron en la arena decenas de pequeños paquetes que contenían cocaína.

 

Del tamaño de una caja de zapatos, perfectamente sellado y protegido dentro de una bolsa de plástico, cada paquete contenía la droga con una pureza del 83 por ciento..

Desde el pasado 18 de octubre, a lo largo de varios centenares de kilómetros de costa, desde la desembocadura del Loira hasta Biarritz, en el País Vasco francés, su aparición ha sido una constante que preocupa y ocupa a las autoridades galas.

La Gendarmería, en coordinación con varios ayuntamientos afectados, ha cerrado playas y prohíbe a los curiosos acercarse, mientras que uniformados  patrullan las playas con todoterrenos y helicópteros en busca de más paquetes.

Por diversas vía se advierte a la población que no recoja estos pequeños sacos ni los abra pues la extraordinaria pureza de la droga supone un grave peligro de intoxicación, sobre todo para los niños.

 

La Fiscalía de Rennes, que investiga el asunto, anunció que solo en octubre se han recuperado unos 872 kilos de cocaína, una fortuna inmensa a precio de mercado y los paquetes siguen llegando

Misteriosa procedencia

La procedencia de la droga es todavía un misterio, aunque se especula sobre la base de diversas hipótesis.  Es probable que el cargamento procedente de Sudamérica cayera al mar durante la maniobra de trasvase del barco que lo transportó en la travesía oceánica a una lancha que debía descargarlo clandestinamente en Francia.

La Fiscalía se inclina a pensar que los traficantes, sorprendidos por un fuerte temporal, y tal vez a bordo de un velero o una embarcación pequeña, tuvieron que desprenderse de la droga para soltar lastre y evitar naufragar

Las autoridades francesas han pedido la colaboración de las policías de otros países euro­peos y también de la DEA, agencia antidroga estadounidense, para tratar de averiguar su procedencia. Los paquetes llevan inscritas las palabras “diamante” o “brillante”, en español, código usado por los narcos para describir el tipo de cocaína de mayor pureza.

Peligrosa curiosidad

La insólita marea blanca sobre las playas no solo provoca curiosidad, sino también resulta una tentación para algunos. Ya hay varios detenidos, quienes fueron sorprendidos con cinco kilos de droga cada uno. La posesión de tal cantidad puede llegar a ser castigada con hasta 10 años de cárcel.

Ahora es Francia pero el pasado año la cocaína también fue noticia en Londres. Varios estudios detectaron una alta presencia de restos de esta droga en las aguas del Támesis.

Al parecer equipos de limpieza no lograron  disolver o filtrar la cocaína que se vierte en el río, producto de la orina de los consumidores. Una cantidad microscópica tiene efectos muy nocivos en algunas especies fluviales, como las anguilas, que se vuelven hiperactivas.

Reportes de prensa destacan que en Francia la adicción al polvo blanco se ha disparado en los últimos años. De ser una droga muy elitista ha pasado a ser consumida por un público variado, interclasista.

El precio ha bajado y se ha multiplicado la oferta. Los muertos por intoxicación también han crecido porque llega un producto más puro y peligroso.

Para algunos la cocaína se ha convertido en una especie de poción mágica contemporánea, el recurso prodigioso que permite mejorar las prestaciones en el trabajo y en el sexo, vencer la fatiga, la inhibición y los miedos, aunque en realidad se trate de una falsa ilusión que lleva a la ruina física y psíquica.

El mal ha llegado a través del mar. La súbita marea de cocaína en la costa atlántica es un peligroso fenómeno para la salud de los habitantes donde recale la droga.

Su fácil adquisición  incrementa los riesgos de una quimera de felicidad que suele terminar en desgracia para quienes la consumen y sus familiares.

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