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Boxeo cubano, ¡No hay casualidad!

Pocos deportes en Cuba disfrutan de una carrera tan rica en todo como el boxeo. En el mundo ningún estilo logra ser tan bello e intimidatorio como el que se ha forjado en la Isla. Infinitas son las conquistas y héroes cincelados por nuestra escuela. Sus raíces son tan añejas y gloriosas, que la sola mención de Kid Chocolate, una de sus mejores joyas, invita a una obligada reverencia.

 

Teófilo Stevenson

 

No hay mejor sentimiento en el pugilismo que el ganar. Agenciarse una corona mundial u olímpica, es suprema recompensa para quienes mediante la mortal danza, aderezada con metralla en los puños se labran un camino a la gloria. Si el premio se esculpe con un talante propio y original, la huella se añeja con singular significación en la eternidad.

Adolfo Horta

Históricamente siempre ha existido algo mágico en el pugilato criollo. Muchos especialistas (técnicos, periodistas, escritores) han intentado descifrar el secreto de su éxito. Algunos construyeron tesis muy respetables. Sin embargo prefiero argumentar que en el fondo es tan misterioso, que me resulta más sencillo repetir mil veces, que su viril verso de triunfo sobrepasa el cuadrilátero.

En nuestra amplia y prestigiosa galería de campeones, siento una afinidad especial por Teófilo Stevenson y Adolfo Horta. La maestría de ambos deshidrataba al rival e incendiaba de emoción el alma del aficionado. Sus desenvolturas sobre el ring forjaron sus personalidades, sus puntos fuertes y  sus fragilidades humanas. Ello los hizo más cercanos y terrenales.

A la mayoría de sus rivales, ni el empuje, ni la técnica, ni la fe podía salvarlos. Cuando subían al encerado eran tan intensos los olores de la derrota, que sus rostros predestinaban el fracaso.

Los estilos de uno y otro no solo generaban en casa seguridad e ilusión, también memoria. En las gradas, frente al televisor y la radio, o al devorar las crónicas publicadas, sus casi infalibles mecanismos boxísticos eran repetidos y aplaudidos por centenares de familias cubanas, que sentían como propias sus medallas.

Hace pocas semanas los descendientes deportivos de ambos gigantes cincelaron otra formidable actuación en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Su obra, escrita con puño firme y enguantado, homenajeó a quienes en el pasado fortalecieron los pilares de la escuela cubana.

Muchas recompensas atesora y aguardan al pugilismo nacional, siempre dueño de una sonrisa cercana y segura, que ha llevado a que el pueblo  afirme desde hace mucho tiempo, que con el boxeo no hay casualidad. Con el mayor de los respetos ¿Quién lo duda?

 

 

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