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Las deudas del mantenimiento

Animado por el convencimiento de diversificar una planta hotelera históricamente favorecedora del producto de Sol y playa, un cambio de enfoque en sus actividades de inversión y desarrollo ha experimentado en el último trienio el Ministerio de Turismo (MINTUR).

De concentrar alrededor del 75 % de las habitaciones en zonas costeras, la apuesta ahora se afinca también en dotar de integralidad al destino Cuba, pretensión que se intenta alcanzar con la puesta en marcha de una política estimulante del incremento de hospedajes e infraestructura extrahotelera en urbes vinculadas al patrimonio y la cultura como Santiago de Cuba, Camagüey, Holguín, Matanzas, Trinidad y Cienfuegos.

La materialización de esas iniciativas, una vez concertadas, dependerá de la eficacia de procesos inversionistas, urgidos de ejecutarse en los cronogramas pactados y con calidad, las recurrentes premisas no siempre satisfechas.

Está claro que en términos de nuevas instalaciones el Ministerio de la Construcción (MICONS) dejó atrás el tiempo de fabricar un hotel en cinco o seis años para acortar plazos que han llegado a ser, incluso, de solo 18 meses, saldo asociado, entre otros aspectos, al estímulo que ha significado la aplicación de la Resolución no. 15 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la fórmula remunerativa que ha elevado la productividad y, en consecuencia, los salarios.

Si en el frente de la creación o rescate de plazas hoteleras se necesita que las fuerzas del MICONS y de Emprestur edifiquen, de manera óptima, el Hotel Internacional de Varadero se cita como un buen ejemplo, puertas adentro de la industria del ocio hay deudas del mantenimiento que le competen al MINTUR, organismo que hoy contabiliza habitaciones fuera de orden.

Aunque existe un programa de recuperación para subirle el estándar de calidad a muchos de estos alojamientos, lo que explica su salida de servicio (algunos abrirán en esta temporada de alza), otros son consecuencia de la mala gestión de administraciones que comprometen la vida económica de los hoteles al dar la espalda a mantenimientos oportunos y bien hechos.

En un reciente encuentro con delegados a la Segunda Conferencia del Sindicato Nacional de la Hotelería y el Turismo, el titular del ramo, Manuel Marrero Cruz, reconoció la existencia de dificultades en esta actividad esencial, al no ejecutarse cuando corresponden, algunos incluso estando planificados, y advirtió que lo más preocupante son las habitaciones fuera de orden envejecidas, con mucho tiempo en esa situación, contradictorio para un ministerio que dedica a la partida de mantenimientos millones en moneda total.

El déficit real de fuerza de trabajo de Emprestur, carencias de recursos o simplemente la falta de reconocimiento de la importancia de elevar la disponibilidad de habitaciones, quizás sean razones entorpecedoras de reparar en tiempo, muy conveniente para grupos hoteleros con plantas que superan los 15, 20 y más años, y que debieran ser los primeros interesados en introducir mejoras, elemental para satisfacer a un mercado cada vez más heterogéneo, exigente y segmentado.

Un año atrás, instalaciones como el Meliá Las Antillas, en Varadero, con sus 350 habitaciones en alta, exhibía la cara opuesta de este asunto, al practicar un plan preventivo gerenciado por el consejo de dirección, en estrecho vínculo con el departamento de ama de llaves y con el equipo de servicios técnicos.

La postura del Meliá Las Antillas y de otros hoteles como Sol Palmeras, que constantemente agrega valores a su instalación de casi tres décadas, debe conjugarse como regla en el país, a favor de ofertas equivalentes a la capacidad, para eliminar los perjuicios de mantenimientos demorados, tan dañinos a la comercialización, los ingresos del Estado y de los trabajadores.

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