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Sonrisas y deudas con samba

mijaín

Joel García, enviado especial

Río de Janeiro.- Para quienes no se levantaron de sus asientos en estos días, para el aficionado capaz de analizar sin fanatismo ni crítica mordaz, la actuación cubana en los XXXI Juegos Olímpicos debe haberle dejado algunas sonrisas abiertas y una deuda enorme en cuanto a posibilidades, derrotas inesperadas y pronósticos rotos.

La asunción de mantenernos entre los 20 primeros del medallero (lugar 18, con 5-2-4) se corresponde con los límites económicos de una nación que clasificó entre las 34 que lograron sumar más de 100 deportistas a esta cita cuatrienal. Y si bien esto es un premio merecido, el dato de la cantidad de finalistas que tuvimos, sea en finales directas o de dos, seis y ocho muestra la primera preocupación.

Llegamos a ese entorno definitorio en 29 ocasiones. Lucha (3- Mijaín López, Ismael Borrero y Yasmani Lugo), ciclismo (2- Arlenis Sierra y Marlies Mejías), boxeo (3-Robeisy Ramírez- Julio César La Cruz y Arlen López), judo (1- Idalis Ortiz), canotaje (1- dupla Serguei Torres- Fernando Dayán), gimnasia (3- todas de Manrique Larduet), remo (1- Ángel Fournier), y pesas (2- Marina Rodríguez y Yoelmis Hernández).

Complementan la lista el tiro (1- Leuris Pupo), pentatlón moderno (2-Leydi Laura y José Figueroa) y atletismo (10-Denia Caballero, Yaimé Pérez, Yarisley Silva, Lázaro Martínez, Yorgelis Rodríguez, Leonel Suárez, Yordani García, relevo 4×400, Dailín Belmonte y Richer Pérez).

Por supuesto, en este análisis hay que destacar el porciento de efectividad en deportes de combate, pues de siete que buscaron el oro cinco se impusieron, con actuación perfecta para los pugilistas;  mientras la lucha grecorromana ganó por primera vez en la historia su torneo. Los judocas quedaron por debajo y por vez primera desde 1976 el conjunto varonil retornó sin medallas. Con igual insatisfacción regresan el taekwondoca Rafael Alba, la selección de lucha libre, el remero Fournier, la pertiguista Yarisley Silva y el gimnasta Manrique Larduet, estos dos últimos con faenas meritorias a partir de sus problemas personales y lesión, respectivamente.

Se impone analizar, desde inicios del próximo ciclo, cómo aumentar los deportes que pueden aspirar a podios en este concierto, pues hemos venido en descenso desde Sydney 2000 y en esta ocasión marcaron el ticket de preseas cuatro cuando se pensaba en ocho.

Otra vez el atletismo volvió a tocar fondo con menos de 10 registros que eran lo mejor de la temporada para quienes lo rubricaron. La teoría de acudir con todos los que se ganen la clasificación parece justa, pero la vida enseña, con absoluta claridad, que los Juegos Olímpicos cada vez son menos para aprender, sobre todo si no se trata de jóvenes con perspectiva inmediata.

El regreso debe ser con la frente alta por acercarnos al compromiso de superar lo hecho en Londres 2012 y Beijing 2008, pero once galardones es el número más bajo desde Munich 1972 (3-1-4). Es cierto que todo se encarece y practicar deporte de alto rendimiento cuesta millones, pero las dificultades se acentúan cuando no se ven, entre las glorias vividas, los verdaderos errores cometidos.

En el aspecto general, otra vez Estados Unidos vuelve a imponerse sin superar la barrera de 50 doradas, mientras Gran Bretaña superó por una nariz a China, al tiempo que Rusia hizo bastante con su cuarto lugar tras los escándalos de dopaje anterior a la lid. Fue esta también la fiesta de despedida para Michael Phelps y Usain Bolt, así como la de mejor actuación brasileña, que aprovechó ser sede para coronas trascendentales en fútbol (m) y voleibol (m).

Hacia Tokío 2020 el reto de Cuba crecerá. Y sobre eso hay que pensar con corazón emocionado y pensamiento certero.

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