Icono del sitio Trabajadores

Somos 18 dentro de un Río

julio

Río de Janeiro.— La clausura de los XXXI Juegos Olímpicos es ya historia y servirá para que muchos recuerden la cultura brasileña en todo su esplendor, en tanto Cuba puede sentirse satisfecha con un puesto 18 dentro de 213 delegaciones, contando naciones y representantes independientes, de las cuales solo 87 pudieron conocer el color de alguna medalla.

Otra vez la ceremonia dinamitó las opiniones por no contar con grandes despliegues tecnológicos y sí mucha alusión al cuidado del medio ambiente en el planeta, a ser solidarios y mostrar enlaces culturales entre la primera nación sudamericana que organizó una lid de los cinco aros y Japón, sede del 2020 por segunda ocasión tras la justa de 1964.

A la tercera corona del grequista Mijaín López y el bicampeonato del boxeador Robeisy Ramírez, únicos antillanos repitentes de la versión pasada se sumaron ahora los títulos de los monarcas universales, Ismael Borrero de lucha greco, y los pugilistas Julio César La Cruz y Arlen López; mientras otras dos platas y cuatro bronces completaron la cosecha total.

No podrán olvidarse, fuera de los laureados, los quintos puestos históricos de Sergio González –Nivaldo Día en voleibol de playa; y del gimnasta Manrique en barras paralelas a pesar de estar lastimado en el tobillo. Asimismo, los sextos escalones de la canoa biplaza y el relevo 4×400 de atletismo, por solo mencionar ejemplos de acercarse o superar sus reales posibilidades en este entorno.

Las últimas opciones de nuestra comitiva este domingo no pudieron aportar más allá de sendos séptimos lugares de los luchadores del estilo libre Alejandro Valdés (65 kg) y Javier Cortina (97 kg), así como del escalón 46 para el maratonista Richer Pérez, con tiempo de 2:18.05.

Cuando se apagó la llama olímpica en el estadio Maracaná, vimos abrazos de despedida, caras ajadas y un gran ahogo porque la fiesta del deporte mundial decía adiós de un país muy cercano a Cuba y en el que nuestros deportistas recibieron el afecto y cariño más sincero, como si se tratara de un ídolo local.

Somos 18 dentro de un Río de Janeiro con comercialización desmedida, pocos casos de dopaje hasta el cierre y una lección bien enmarcada para el mundo: América Latina cumplió y le puso lo que falta en otros ambientes: amor del bueno.

Compartir...
Salir de la versión móvil