Que los seres humanos aprendan a vivir en paz

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Expresó el Patriarca Kirill al mencionar la responsabilidad conjunta de los católicos romanos de Occidente y los ortodoxos del Este por lo que está ocurriendo en el mundo

Palabras de agradecimiento de Su Santidad Kirill, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Moscú y  de Toda Rusia, al finalizar la Divina Liturgia en  la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, La Habana, Cuba, el 14 de febrero de 2016, “Año 58 de  la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Su Excelencia, Señor Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros; Altos representantes de las autoridades del  Estado de la República de Cuba; Sus Eminencias reverendísimas; Sus Excelencias; Queridos obispos, padres; Hermanos y hermanas:

Estoy muy complacido por tener la oportunidad de celebrar esta Divina Liturgia aquí en este  templo sagrado.

Esta visita mía a Cuba coincidió con otro acontecimiento muy importante en la historia del cristianismo universal: he tenido la oportunidad de reunirme en un clima abierto, fraternal  y pleno de amor con el Obispo de Roma, el Papa  Francisco.

A pesar de todas las existentes diferencias teológicas entre los ortodoxos en el Este y los católicos en Occidente, entendemos con claridad nuestra responsabilidad común por lo que ocurre a la gente y la responsabilidad porque en nuestro planeta reine la paz, que los seres humanos, pese a todas sus diferencias políticas y económicas, aprendan a vivir en paz; que ningún objetivo de política exterior provoque que alguien emplee la fuerza para triunfar sobre los demás.

Por supuesto, todo esto es un mundo y una imagen ideal; pero si no hay ideales tampoco hay objetivos.  Por eso hemos hecho un llamamiento conjunto al mundo cristiano y a todo el mundo para marchar juntos hacia ese objetivo.  Y creemos y esperamos que el mundo nos oiga.

Pido a todos ustedes que recen, que con los esfuerzos conjuntos de todos los cristianos del mundo, católicos y ortodoxos, la vida cambie para mejor, y no solamente en lo material que, por supuesto, es importante para los países pobres, sino para que mejore la vida espiritual del  hombre contemporáneo; para que ninguna crisis  por las que atraviesan hoy las personas, la sociedad y el Estado, puedan cambiar, transformar ni  reconfigurar la naturaleza moral del hombre.

Estoy muy complacido porque los representantes de Su Santidad hayan rezado hoy junto a nosotros en esta comunidad de creyentes ortodoxos en Cuba.

Y para mí es una gran alegría, Su Excelencia Raúl Castro, que usted haya estado junto a nosotros en este templo.

Creo que durante esta Liturgia todos hemos tenido la oportunidad de pensar en muchas cosas. La estancia en un templo posibilita al hombre ver desde cierta distancia el mundo que nos  rodea, salir un poco de este alarmante contexto,  muy dinámico, de la vida cotidiana en que cada  uno de nosotros se ve envuelto. Cuando miramos  todo esto a distancia vemos muchas cosas, e incluso nos vemos y entendemos mejor a nosotros  mismos.

De todo corazón les deseo la ayuda de Dios al pueblo cubano, le deseo prosperidad y paz y su incrementación espiritual y material.

Cuba es un país heroico.  Pero lo que ha sucedido aquí en el aeropuerto José Martí, cuando  por primera vez en la historia se han reunido el  Papa de Roma y el Patriarca de Moscú, confiere  una particularidad extraordinaria para la Isla  de la Libertad.  ¡Que Dios los ayude a ustedes y  a todo el pueblo cubano!

Como recuerdo del oficio divino de hoy, quiero obsequiar esta imagen sagrada de Nuestra  Señora al rector de este templo y también unas  vestiduras sagradas. Le deseo, Padre Dmitri, la  ayuda de Dios en su misión.

Y a cada uno de ustedes que han estado con nosotros, quisiera obsequiar estos pequeños íconos con la imagen de El Salvador y la bendición  del Patriarca.  Guarden estos íconos en sus casas, y cuando recen sobre sus cosas y problemas,  no se olviden de su Patriarca, que necesita mucho las oraciones de ustedes.

Los felicito a todos con motivo de la fiesta.DSC_1569

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