En casas cerradas entra el Aedes  aegyptis

En casas cerradas entra el Aedes aegyptis

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...
Hay que eliminar la nociva tendencia de no abrir las puertas a la fumigación. Foto: Jorge Pérez
Hay que eliminar la nociva tendencia de no abrir las puertas a la fumigación. Foto: Jorge Pérez

 

Felicia no oculta su enfado, porque “han fumigado varias veces y yo no me entero”, dice con muestras de inconformidad; y, mientras, ella reacciona conscientemente de esta manera; hay otras personas que prefieren obviar esa necesidad y utilizan diversos ardides para burlar esa medida de control vectorial en Las Tunas y en otros territorios del país.

Nada justifica  el desatino de no abrir las puertas a los operarios de la campaña, pues en casas cerradas suele entrar y anidar el mosquito Aedes aegyptis, agente trasmisor del dengue, del chicungunya y del zika, tres epidemias que afectan nuestra región geográfica, y a cuya prevención el Estado cubano dedica cuantiosos recursos humanos, materiales y financieros.

Estas tres enfermedades tienen síntomas similares que dificultan el diagnóstico etiológico  y el mismo agente transmisor:   mosquitos  del género  Aedes, uno de los eslabones de la cadena que incluye, además, el virus y el huésped susceptible: el ser humano.

Necesidad del cambio

Solo en el área de Salud del policlínico Piti Fajardo, en la ciudad de Las Tunas, en un ciclo se han quedado hasta más de 300 viviendas sin recibir este tratamiento, lo que indica la necesidad del cambio de las estrategias empleadas por las autoridades del sector, y de la mentalidad de los beneficiarios: la población.

Se requiere, ante todo, que fluya la comunicación oportuna en las comunidades que serán visitadas, pues no siempre los inquilinos conocen el día programado, el que, a veces, se cambia para atender urgencias, sin la correspondiente advertencia.

Pero, en mi opinión, esas irregularidades institucionales son más fáciles de transformar, que las relacionadas con la apreciación del riesgo de la población y del imperativo de sumarse a la campaña como única alternativa de detener la transmisión, en lo que tienen papel protagónico las organizaciones de masas.

También obstaculiza el objetivo de cortar la cadena de transmisión el que algunas personas enfermas evadan el tratamiento intrahospitalario y decidan, deliberadamente,  permanecer en casa, sin tener en cuenta el riesgo propio y colectivo.

Hay señales de transformación, pero…

En nuestras calles y en plazas citadinas es fácil encontrar hombres y mujeres vestidos de gris, sudados con pesados atuendos que llevan cuadras y más cuadras al hombro para sembrar las barreras que detendrán al mosquito: ellos merecen respeto y consideración, porque son nuestros aliados.

Walter y Pedro son agentes de seguridad y protección en la Universidad de Ciencias Médicas y, por estos días, apoyan, bazuca en manos, esta batalla crucial por la salud humana.

Ambos coinciden en que la gente ha ido tomando conciencia y algunos les dicen en tono jocoso, “arriba, entren y echen humo ahí”. Otras familias solícitas brindan agua fría, café y hasta alguna “meriendita”.

Pero son del criterio de que hace falta generalizar ese comportamiento, “porque todavía hay quienes no quieren abrir las puertas, lo justifican con cualquier artimaña y hasta nos maltratan de palabra”, critican.

A tono con la ley

Ante esta situación no es ocioso recordar que en el capítulo V, del Código Penal vigente, define y sanciona los delitos contra la salud pública y en su sección primera, acerca de la propagación de epidemias, establece condenas a quienes infrinjan las medidas o disposiciones dictadas por las autoridades sanitarias competentes para la prevención y el control de enfermedades transmisibles y los programas o campañas para el control o erradicación de enfermedades o epidemias de carácter grave o peligrosas.

El mismo cuerpo legal establece correctivos contra quienes se nieguen a colaborar con las   autoridades sanitarias en los lugares del territorio nacional en que cualquier enfermedad transmisible adquiera características epidémicas graves o en los territorios colindantes expuestos a la propagación. En ambos casos la sanción es de privación de libertad de tres meses a un año o multa de 100 a 300 cuotas o ambas.

De la misma manera, el que maliciosamente propague o facilite la propagación de una enfermedad, incurre en sanción de privación de libertad de tres a ocho años.

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu