Día Mundial de la Alimentación: Romper el ciclo de la pobreza rural

Día Mundial de la Alimentación: Romper el ciclo de la pobreza rural

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Hay que acortar cada vez más las diferencias sociales entre las zonas rurales y urbanas, como vía esencial para mantener producciones agrícolas sustentables con calidad de vida de las personas. / Foto: Modesto Gutiérrez, AIN.
Hay que acortar cada vez más las diferencias sociales entre las zonas rurales y urbanas, como vía esencial para mantener producciones agrícolas sustentables con calidad de vida de las personas. / Foto: Modesto Gutiérrez, AIN.

Resulta mucho más fácil encontrar hoy en los sitios de Internet materiales vinculados con la farándula, el fútbol o los chismes sobre personalidades políticas que los relacionados con un asunto tan trascendental —de vida o muerte—, como es la alimentación de los miles de millones de personas que habitamos el planeta Tierra.

Precisamente, este 16 de octubre se celebra una vez más el Día Mundial de la Alimentación, convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (Fao). En reiteradas ocasiones he sugerido, modestamente, que se le llame Día Mundial de la Lucha contra el Hambre, pues me parece más adecuado a partir de la realidad que se vive en el mundo.

A pesar de las cumbres, reuniones, encuentros y otros eventos y de políticas implementadas en no pocas naciones, el hambre y la desnutrición siguen siendo serios problemas sociales de la humanidad. Aunque se han reducido las cifras en comparación con la década de los años 90 del pasado siglo, aún hay 795 millones de personas que pasan hambre en el mundo, las que pudieran alimentarse con solo una parte del dinero destinado a la industria de los armamentos y la guerra o con la comida que botan diariamente en los países más desarrollados, con énfasis particular en los Estados Unidos.

Con marcado interés, la Fao estableció este año como lema central de la jornada: Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural. Lo que sucede con el campo en el mundo, y particularmente en América Latina y el Caribe, es un problema muy serio. La penuria ha invadido las regiones donde antes se cultivaba o criaban animales. Poco financiamiento disponible; escasez de semillas, maquinaria y fertilizantes, y la casi nula materialización de programas de carácter social han propiciado el éxodo notable de personas de las zonas rurales hacia las urbanas, con la consiguiente desatención a miles de hectáreas y la superpoblación y el desempleo en las ciudades.

Con cierto escepticismo miro la afirmación de algunos expertos de que “la humanidad podría erradicar el hambre y la pobreza de forma definitiva en el transcurso de los próximos 15 años”. Ese período de tiempo resultará a todas luces muy corto para resolver problemáticas que llevan cientos y miles de años dominando el entorno social del planeta, en el que unos se alimentan muy bien (incluyendo a sus mascotas) y otros sienten que la comida cada vez se les sitúa más alejada.

En un sustancioso artículo publicado recientemente, Esther Vivas, investigadora de políticas agrícolas y alimentarias, activista y autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales y consumo responsable, preguntaba cómo nos alimentaremos en 2025.

Y argumentaba: “La agricultura y la alimentación hegemónica se basan en un modelo adicto al uso de productos químicos de síntesis, a los que también podemos llamar ‘agrotóxicos’; que prioriza unas pocas variedades de cultivos, los que mejor se adaptan a los intereses de las grandes empresas (tamaño y color óptimo por ejemplo); que apuesta por los monocultivos y los transgénicos; que deslocaliza la producción y promueve los alimentos que viajan miles de kilómetros del campo al plato, buscando el sitio más barato donde producir a costa de explotar la mano de obra y/o el medio ambiente o gracias a determinadas subvenciones.

“¿Cuáles son las consecuencias?”, indagaba y respondía: “Se acaba con bosques y selvas vírgenes, se contaminan la tierra y los acuíferos, enferman nuestros cuerpos, se homogeneiza la alimentación, aumentan los gases de efecto invernadero y el cambio climático, se acaba con el campesinado local. Sin embargo, los daños colaterales parece que no importan, siempre y cuando los paguemos los de abajo, campesinos y consumidores, las multinacionales quedan al margen y solo suman beneficios.

“Pero, ¿quién hay detrás de estas políticas? Se trata de grandes empresas que controlan cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria, desde las semillas pasando por los fertilizantes, los pesticidas, la transformación de los alimentos y la distribución en los supermercados”.

Apreciamos entonces el futuro como un reto en ese sentido y con la esperanza de que en más países los decisores políticos y gubernamentales asuman el problema del hambre y la pobreza como un asunto prioritario y no solo como base para promesas electorales o discursos sosos en cumbres y otros eventos.

Acerca del autor

Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.

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Un comentario en Día Mundial de la Alimentación: Romper el ciclo de la pobreza rural

  1. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO) tiene programas que impulsan la protección social para reducir la pobreza y el hambre pero como que no ha funcionado mucho…. ojala se ocupen realmente de este tema que afecta a centenares de personas …. Ramiro Helmeyer Quevedo!!!

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