Berta Álvarez: Todo sistema se prueba cuando produce sus propias alternativas

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Sociedad Cuba 2
Foto: Dilbert Reyes Rodríguez / Saetacubana.bloguea.cu

Por Milena Recio*

Los años 80s fueron precursores de una nueva manera de pensar la historia de Cuba. Una de las mayores y acaso más obvias enseñanzas que parece haber dejado la desaparición del socialismo en Europa y la correspondiente «victoria» capitalista es que nada en la sociedad humana puede ser tomado por «irreversible» o «irrevocable». Muchos ríos subterráneos transcurren por debajo, e incluso a contracorriente de los grandes relatos históricos con los que se suelen enaltecer, por encima de todos los demás y para fundar identidades nacionales marmóreas, solo la épica de la guerra, y de la paz. La debacle del socialismo real, entre otros efectos,mostró la desnudez de una parte fundamental de la historiografía cubana que había olvidado «poner más acento en la historia social». La noción de»sociedad civil» se reinstalaba en el discurso historiográfico. La historiadora y maestra Berta Álvarez mantenía un acercamiento, con estos acentos, en la zona acaso proscrita entonces, del estudio de la institucionalidad Republicana en Cuba y su relación con el desarrollo de las ideas. Evitando darle mayores rangos a algo que para ella resultaba entonces evidente insistía en decir que no se es verdaderamente marxista si no se parte de lo social. Esto fue lo que me dijo en 1996…

Milena Recio: Se ha dicho que en Cuba ha habido dos momentos en losque el término sociedad civil se ha usado: en los años 60 y en los 90. En amboscasos, según se afirma, su uso vino a coincidir con el estudio de la obra deGramsci. ¿Por qué se hace necesario estudiar a Gramsci y hablar de sociedadcivil?

Berta Álvarez: El gran momento cubano de subversión socialfue en los 60. Entonces se dieron las búsquedas de una realización marxista osocialista al estilo cubano, a la manera cubana. Había que construir todo unproyecto y tenía que ser a partir de lo más moderno del pensamiento marxista.El fenómeno de Italia, visto en términos de reconstrucción del país, y teniendoen cuenta su carácter de sociedad con un desarrollo un tanto periférico, nospermitía utilizarlo como referente para elaborar los modelos cubanos,marxistas, socialistas, de aquella década. Por eso fue que Gramsci estuvopresente. Entonces no se veía el problema en términos de un socialismo deEstado, sino en términos de una reconstrucción nacional con signos socialistas,a partir de modelos propios. A nosotros el caso de Italia nos era cercano.

M. R.: ¿Por qué vuelve a repetirse en los 90 esta recurrenciaa Gramsci?

B. A.: Porque en los 90 ya se ha evidenciado el fracaso delsocialismo de Estado, en los casos de Europa, y hace falta buscar un modeloreconstructivo.

Ya Fernando Ortiz hablaba de un revolucionarismoconstructivo. El siempre distingue la revolución que se proyecta en términos dedestrucción de la que se ve en términos de reconstrucción, porque no podemospensar la reconstrucción solo desde el punto de vista reformista. En Cuba, enlos 90, se expresa la necesidad de buscar fórmulas reconstructoras desde lasvisiones marxistas; por eso se retoma a Gramsci.

M. R.: ¿Para ese necesario modelo reconstructivo esimportante retomar el asunto de la sociedad civil? ¿Por qué centrarse ahí?

B. A.: El problema está en que cuando un historiador estudiala historia universal siempre se da cuenta de que surgen propuestas dealternatividad, modelos alternativos que pueden estar dentro del propio sistemahegemónico, porque la alternancia no tiene que ser solo ruptura subversiva. Y,justamente, las capacidades de todo sistema se prueban cuando produce suspropias alternativas. La capacidad retroalimentaria de la sociedad políticaestá en la sociedad civil. Yo veo la sociedad civil como un complemento, comola otredad de la sociedad política. Los grupos de alternancia, los gruposcapaces de hacer historia, que en la literatura liberal se denominan «grupos depresión», que en el capitalismo se mueven dentro de diversos planos horizontales,y que en un momento determinado adquieren una verticalidad, son los grupos quetransforman. Esto es gramsciano; pero, además, está en el pensamiento liberalcubano desde los años 30 o los 40. Mañach les llama «grupos históricos», y paraél esos grupos están ubicados dentro de la categoría de pueblo. El prefierequedarse con esta categoría, mejor que con la de masa; pero al pueblo lo ve através de aquellos grupos que aun siendo heterogéneos, son capaces de plasmarun proyecto. Esta es una idea que también está en Martí; no el concepto desociedad civil, pero cuando elabora la idea de la república en sus apuntes,tiene en cuenta el cuidado de las minorías. Él ubica el problema no en latextura de lo político sino en la de lo social. El ser marxista te obliga aubicarte en lo social; sin embargo, la historiografía ha sido a veces máspolítica que otra cosa. Y ha situado a lo político como lo abarcador, pero esacorrelación no es exactamente marxista.

M. R.: ¿Cree usted que sea importante para el marxismo dehoy contar con este espacio de reflexión sobre la sociedad civil?

B. A.: Hay un espacio para el tema de la sociedad civildentro del discurso marxista. En Cuba lo que hemos alcanzado en cuanto ajusticia social, independencia económica y soberanía nacional, encuentra sureflejo en la sociedad civil marxista, socialista, cubana, que tiene unelemento que puede ser igual al que se representa en la sociedad política, opuede tener algunos matices diferenciadores. Eso debe servir para el análisis,el debate… Nosotros tenemos nuestra sociedad civil, a la que hay querespetarle sus marcos de autonomía y su personalidad; y habría que respetartambién la alternatividad, en términos de reformismo, en términos de lasvariantes para reconstruir nuestra sociedad a partir de los retos históricosactuales.

M. R.: Para hacer historia, ¿cómo pudo haber influido elsistema institucional cubano de los años 40 y 50 en que se produjera el triunforevolucionario?

B. A.: El Estado cubano de principios de los 40 pretendedemarcar muy bien los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, pero es unEstado que no supo llegar a instrumentar las propuestas, como las de FernandoOrtiz, de crear un poder legislativo ligero, que no estuviera montado sobre labase de los partidos políticos. Aunque esto estaba contemplado en laConstitución de 1940, no llegó a funcionar, porque el legislativo era el órganoque permitía dar prebendas, y darles salida a todos los compromisos de lapolitiquería.

Cuando el movimiento obrero es capaz de impulsar a un JesúsMenéndez, y lograr que el diferencial azucarero fuera aprobado por el Congreso,y defendida por el presidente Grau la proposición de que Jesús Menéndez integreuna comisión que va a los Estados Unidos, se da una expresión de la sociedad civilpenetrando la sociedad política. Lo mismo pasa con el Moncada y con larevolución insurreccional contra Batista. Es la sociedad civil la que produceel 59, con fórmulas aguerridas, violentas, clandestinas, insurrectas,políticas, pero todo ha provenido del movimiento cívico, de las MujeresMartianas, de la lucha estudiantil en la Universidad… Hasta del pistolerismode la década de los 40, que terminó subvirtiendo su sentido y se convirtió enviolencia revolucionaria.

Los espacios públicos de nueva nomenclatura, que se habíanlogrado con la Constitución de 1940, se ponen en crisis en el período deBatista y todo hace indicar que lo que sí ocurre es que el crecimiento de laeconomía no se corresponde con el crecimiento poblacional, y que los índices percapita están montados sobre los patrones de 1910 y 1913, además de que hay unaumento del desempleo. Pero el programa subversivo contra Batista (La historiame absolverá), está proponiendo retomar la Constitución de 1940, sobre todo porlas prerrogativas sociales que se han perdido en medio del carácter represivode la dictadura batistiana.

M. R.: Existe un documento firmado por el presidente WilliamClinton, donde el gobierno norteamericano propone su plan de «transicióndemocrática» para Cuba, y se afirma entre otras cosas, que deberá restaurarsela sociedad civil cubana y volverse a la Constitución de 1940…

B. A: Es imposible. Realmente nunca vamos a poder, nisiquiera proponernos una vuelta atrás. No es cuestión de que Clinton exponga sudeseo. No hay vuelta atrás. Retomar algunos elementos de la Constitución de1940 para un futuro cubano, puede ser necesario, y el reto es que lo hagamosnosotros. En este período, del 89 hacia acá, que me parece de mayor libertad—yo soy más libre ahora por tener conciencia de las necesidades, es uncivilismo potencial o subjetivo—; en ese ser más consciente de las necesidades,del uso de mi libertad, está presente mi persona, y desarrollar eso tiene queser también una meta de la Revolución. En ese sentido habrá que volver a laConstitución de 1940, en algunos de sus principios, para reunirlos con lahistoria que hemos vivido hasta hoy, y lo que es Cuba hoy, y lo que quiere ser.Pero eso es un reto nuestro, nadie tiene que venir a decirnos qué tenemos quehacer, ni nosotros podemos permitir que nadie lo diga, o darle al enemigo esaoportunidad…

*Esta entrevista fue realizada como parte de la tesis de licenciatura en Comunicación Social de la Máster Milena Recio, Sociedad civil en los 90: El debate cubano, defendida en la Universidad de La Habana en 1997. La autora incluyó fragmentos que fueron publicados como parte del “debate provocado” sobre sociedad civil que acogió la revista Temas. Ver en: Milena Recio, et.al. “Sociedad civil en los 90: El debate cubano”, Temas, nos. 16-17, 1998-1999.

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