Un gran Coral para el cine latinoamericano

Un gran Coral para el cine latinoamericano

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Por: Frank Padrón

Ayer fueron entregados los premios del festival habanero, y como siempre, cada cual llevaba los suyos, de modo que las inconformidades y las coincidencias siempre abundan por igual.

Mejor que referirme entonces a la justeza de los Corales (yo, como todos, tengo los míos muy propios) preferiría referirme a un par de títulos notables dentro de los muchos que hemos podido apreciar en estos intensos y fructíferos días de tanto cine.

El tema de la agresión a la mujer fue muy recurrente, y en tal sentido sobresalió Refugiado. La nueva película de Diego Lerman (Tan de repente, La mirada invisible…) es un roadmovie en el cual madre e hijo huyen de la violencia paterna; una joven mujer abusada y su pequeño hijo se mueven de allá para acá tratando de que el agresor (aunque aparentemente arrepentido) no los encuentre.

Filme que levanta su dedo acusador contra la tan comentada violencia de género, consigue ante todo la eficaz atmósfera de suspense que su argumento demanda; durante todo el tiempo nos sentimos, en tanto espectadores, angustiados y cómplices, pero todavía mejor es la cálida relación que se establece entre Laura, la madre —además embarazada— e hijo, y estrechando más el marco, la conformación del niño (Matías) en tanto personaje, a veces rebelde, dolido, incapaz de comprenderlo todo, pero intuitivo y sobre todo sensible, solidario con la madre que sabe traumatizada y vulnerable; finalmente emitiendo su rabia y su impotencia por no resolver un problema que le queda demasiado ancho.

El tono, pese a la gravedad del asunto que cuenta, incluye momentos humorísticos que refrescan la tensión del relato. La fotografía envuelve de tonos grises y sombríos la aventura que viven los protagonistas, mediante una cámara observadora y precisa, apoyada por una música de discretos pero eficaces acordes premonitorios; el montaje también hace lo suyo por contribuir al ritmo interior.

Modelo y actriz de vasta experiencia en teatro y sobre todo, en telenovelas, Julieta Díaz (Juan y Eva) logra un trabajo de gran densidad emotiva, sin llegar a excesos sensibleros en que pudo aterrizar dada la naturaleza del conflicto; el pequeño Matías (Sebastián Molinaro) se destaca como estimable revelación.

También abundaron los filmes sobre adolescentes y en general la familia.

Feriado, por ejemplo, es la ópera prima del ecuatoriano Diego Araújo, que ya tuvo su bautismo de fuego al estrenarse en la Berlinale (en su acápite Generation) de este año. Después de graduarse en producción audiovisual en la Universidad San Francisco de Quito y aventurarse en algunos cortos, además de editar para la TV en Nueva York, el joven cineasta debuta en el largo con un filme personal y sensible.

Juan Pablo, adolescente de clase media alta, es testigo de un episodio donde la policía golpeaba a unos muchachos que robaban durante un feriado de carnaval, en una hacienda de familia en la serranía andina. Las reacciones que este acontecimiento provocan en él lo impulsan a un viaje de autodescubrimiento, en el que se rebela en contra de su familia y se adentra en el universo de Juano, un joven de origen modesto y fan del black metal.

Como fondo aparece el llamado “feriado bancario”: cierre de bancos ocurrido en Ecuador el 8 de marzo de 1999 luego de la orden de congelar el dinero, en el gobierno de Jamil Mahuad; pero ello no es un mero “telón histórico” sino que detenta toda una connotación simbólica al establecer un notable contraste: mientras la economía del país colapsa y se produce un cisma social, el adolescente protagónico busca y parece encontrar su camino.

El personaje no solo emerge con intereses artísticos (pinta y hace poemas) que lo diferencian de primos convencionales y cargantes sino que a medida que se relaciona con el mundo diametralmente opuesto de su nuevo amigo —que comienza por sus ancestros, en su caso de ascendientes europeos, mientras Juano es plenamente indígena— va descubriendo un mundo inusitado, donde tiene un papel decisivo la incipiente sexualidad.

Típico coming of age —textos basados en la búsqueda de la identidad por parte de los adolescentes—, Feriado se concentra admirablemente en esa travesía compleja y apasionante de Juan Pablo; para ello, toma como certero cómplice a la directora de fotografía Magela Crosignani, quien ha reflejado con indiscutible virtuosismo esa estación de cambios e irrupciones del protagonista que constituye el meollo dramático del filme.

Los verdores de la salvaje naturaleza que los amigos recorren, la ciudad que gusta Juan Pablo de apreciar en lo alto e invertida —quizá un guiño a las designaciones sobre cierta condición sexual—, la fuerza de los colores en el entorno, que tienen su momento cumbre en la zambullida en el río —del que emerge el joven como renovado, con otra visión del mundo y la vida— refuerzan desde la imagen los superenunciados fundamentales del relato. Muy notables también son los desempeños: Juan Manuel Arregui (Juan Pablo), Manuela Merchán (la prima cómplice) o Diego Andrés Paredes (Juano) asumen sus roles con apreciable sensibilidad.

Y queda mucho en el tintero… de cualquier manera, el gran premio es para el cine latinoamericano, que sigue su rumbo contra todos los obstáculos y barreras. ¡Enhorabuena!

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