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Informe sobre tortura de la CIA: las técnicas, brutales e inútiles

Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, presentó ayer en Washington el informe sobre técnicas de tortura de la CIA en la guerra contra el terrorismo. El reporte es producto de una investigación que duró cinco años y costó más de 40 millones de dólares. Foto: AP.
Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, presentó ayer en Washington el informe sobre técnicas de tortura de la CIA en la guerra contra el terrorismo. El reporte es producto de una investigación que duró cinco años y costó más de 40 millones de dólares. Foto: AP.

por David Brooks (Tomado de La Jornada)

La tortura empleada en la era post 11-S por la CIA fue aún más brutal de lo que se sabía previamente, la información que se obtuvo fue en general inútil, y la agencia engañó repetidamente a la Casa Blanca, al Congreso y a la opinión pública sobre estas operaciones, concluye un informe elaborado por el Comité Selecto de Inteligencia del Senado difundido este martes.

El informe documenta una serie de técnicas de tortura que incluyen las ya conocidas, como el famoso waterboarding (ahogamiento simulado, también conocido como submarino) y otras más severas que no se habían revelado anteriormente, como someter a detenidos a la privación de sueño hasta por una semana, con amenazas de que los matarían, o que sus hijos o madres serían atacados. Con la asistencia de médicos, algunos padecieron algo llamado alimentación rectal. Otros fueron obligados a pararse teniendo las piernas fracturadas, mantenidos en oscuridad completa en celdas con ruidos a volumen elevado. Un detenido murió de frío en una de las cárceles clandestinas de la CIA.

En algunos de los casos citados en el informe, la tortura fue tan extrema que oficiales de la CIA pedían ser trasladados, ya que no aguantaban, y otros enviaron mensajes a sus superiores para preguntar sobre la legalidad de lo que hacían. Los encargados del programa ordenaron que dejaran de preguntar, ya que todo estaba autorizado a los más altos niveles.

El informe acusa a la CIA de engañar de manera rutinaria a legisladores, la Casa Blanca y al público en general sobre el alcance, la dimensión y sobre todo la utilidad delprograma de interrogatorios y cárceles clandestinas en decenas de países, frecuentemente exagerando su efectividad.

Según el informe, la CIA tenía 119 detenidos, y de ellos, por lo menos 39 fueron sometidos a estas torturas. Citando 20 de estos casos, el informe mina la justificación central de que estas técnicas rindieron frutos en cuanto a inteligencia clave, que ayudó a descarrilar atentados terroristas, y que hasta brindó información importante para la captura y muerte de Osama Bin Laden, como habían argumentado sus defensores.

La presidenta del Comité de Inteligencia, la senadora demócrata Dianne Feinstein, quien guió la investigación, declaró este martes ante el Senado que las acciones de la CIAson una mancha sobre nuestros valores y nuestra historia. Enfatizó que aunque el informe no puede quitar esa mancha, es un paso importante en restaurar nuestros valores y demostrar al mundo que somos una sociedad justa.

La CIA emitió un documento en el cual rechaza varios de los puntos principales, sobre todo el de engañar al Congreso. Su actual director, John Brennan, cercano al presidente, reconoció que la agencia había cometido errores, pero rechazó la conclusión central del informe, e insistió en que los interrogatorios sí produjeron inteligencia que ayudó en frenar planes de atentados, capturar terroristas y salvar vidas, y que la inteligencia de ese programa continúa informando nuestros esfuerzos antiterroristas hoy día.

La presentación del informe –resultado de una investigación del comité encargado de supervisar a las agencias de inteligencia en la cámara alta que duró cinco años y costó más de 40 millones de dólares– resucitó el gran debate aquí sobre el uso de la tortura, las prisiones clandestinas y otras actividades justificadas según las reglas de la guerra contra el terrorismo proclamada por el entonces presidente George W. Bush.

El presidente Barack Obama, cuya Casa Blanca, junto con su jefe de la CIA, logró frenar durante meses la divulgación de este informe, hoy usó el informe para justificar su decisión de anular el programa de interrogatorios y detenciones clandestinas cuando asumió la presidencia, al señalar que causó daños significativos a la postura de Estados Unidos en el mundo. Pero también buscó defender la labor de las agencias de inteligencia y el gobierno de su antecesor George W. Bush en su esfuerzo antiterrorista, y expresó que fue dentro de este contexto que se cometieron algunos errores. Además, solicitó que el país no reinicie viejas discusiones con este informe.

Abu Zubaydah, en imagen proporcionada por el Comando Central de Estados Unidos, fue el primer detenido de alto nivel de Al Qaeda tras los ataques del 11-S. Fue al primero al que la CIA aplicó torturas como la privación de sueño o el ahogamiento simulado. Foto: AP.

Aun días antes de presentarse el informe, el propio Bush, su vicepresidente, Dick Cheney, y su círculo, junto con ex jefes y altos funcionarios de la CIA y legisladores republicanos ya habían iniciado una feroz campaña para defender sus políticas y condenar, casi por antipatrióticas, las críticas en el informe. Insistieron en que este programa sí aportó inteligencia clave para la lucha antiterrorista, y reiteraron que todo fue legal.

Por su parte, los actuales jefes de inteligencia, algunos legisladores y hasta el propio secretario de Estado, John Kerry, advirtieron que la presentación pública del documento podría detonar actos de violencia e incluso muertes de estadunidenses en varias partes del mundo. De hecho, el gobierno de Obama anunció que emitió una alta alerta a sus sedes diplomáticas a escala mundial, ante posibles consecuencias tras la difusión del informe.

Algunos observadores sospechaban que todo esto era parte de un intento por demorar la difusión del documento hasta enero, cuando el Senado será controlado por republicanos y, con ello, evitar que este documento fuera hecho público.

El informe es sólo un resumen ejecutivo de 524 páginas del documento, aún secreto, de más de 6 mil cuartillas elaborado por los investigadores, y su difusión primero tuvo que superar 10 meses de intensas negociaciones entre senadores y la Casa Blanca sobre la versión que se haría pública para proteger intereses nacionales y la seguridad nacional.

Este debate interno incluyó un enfrentamiento público entre la CIA y el Comité de Inteligencia cuando se descubrió que la CIA había espiado el propio trabajo de los investigadores. El resumen también tiene amplias secciones tachadas en negro, censuradas.

La difusión de este informe fue bien recibida por muchos como un acto de transparencia, aunque críticos señalan que tal transparencia es parcial, ya que la mayor parte del informe sigue siendo secreto. El director de Human Rights Watch, Kenneth Roth, declaró que el texto deja claro que la CIA torturó, lo cual es criminal e injustificable.

Sin embargo, el Departamento de Justicia, que ya investigó el programa, cerró el caso sin presentar cargos. Tanto Obama como el procurador general Eric Holder ya habían indicado que no procederán judicialmente contra funcionarios del gobierno de Bush, aun después de lo revelado por este informe.

Vale recordar que hace casi 70 años el gobierno de Estados Unidos enjuició a oficiales japoneses después de la Segunda Guerra Mundial por crímenes de guerra, y la evidencia presentada fue el empleo de una técnica de interrogación definida como tortura: el waterboarding.

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