La lluvia pertinaz, abundante, con tres cifras en los pluviómetros, los ríos con nombres que solo los más viejos recuerdan volviendo a la vida y a sus cauces; las lomas al fondo del poblado, elevaciones de olvidada hidalguía que, en esos días sin sol, se dejaron llevar cañadón abajo hasta las casas, las calles, la vida Continuar leyendo


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