Este domingo hubiera celebrado su cumpleaños 90, seguramente junto a pacientes cubanos y de otras latitudes, como venía ocurriendo en los últimos 17 de noviembre de su existencia. La jornada se habría hecho larga más allá de la medianoche, porque las anécdotas y los agradecimientos abundarían. Y otra vez el profesor mostraría la grandeza de los seres sencillos que con naturalidad entienden servir hasta hacer infinito el humanismo. Continuar leyendo

