Con el espejismo de prosperidad, definitivamente destruido por la cruda realidad de la crisis, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, el Estado español se ha vuelto a convertir en un emisor de emigrantes. Desde el 2008, el número de demandantes de empleo para trabajar fuera de España se ha duplicado. Según el Censo Electoral… Continuar leyendo

