Lejos de cualquier visión idílica, el reto de las batas y cascos en la institución sanitaria insignia de Isla de la Juventud es inmenso. Conscientes de que cinco años son ya demasiado para una obra que aumentará, con seguridad, la calidad de vida de la población, la dirección del centro, los constructores y el sindicato deben asumir este año como la culminación de un sueño de bienestar, esperado por miles de pineros Continuar leyendo

