Son las 4:30 p.m. de un día cualquiera, y camino a casa intento llevar el complemento de la cena. En mi agenda de mujer trabajadora con horario regular también incluyo el pelado de mi hijo, buscar un turno para asistir al odontólogo, comprar sellos en el correo y despachar con la abogada del bufete colectivo un trámite pendiente por meses Continuar leyendo


