Cuando llegó a la Ciudad Deportiva y vio todo iluminado, los tres tatamis azules como luceros y tantos niños y adolescentes vestidos con sus kimonos y cintas, Oscar, de 12 años, le apretó la mano a su mamá y dijo: esto sí es una fiesta de kárate Continuar leyendo


(8 puntos, 2 votos)
(9 puntos, 2 votos)