
En la Historiografía cubana, por mucho tiempo, se presentó a Máximo Gómez como un gran estratega militar, pero de escasa visión política, lo que se argumentaba de manera especial con su comportamiento ante la ocupación militar estadounidense de Cuba (1899-1902), que no pocas veces se vio como una incomprensión del viejo combatiente acerca de los propósitos de Estados Unidos