El tema Las características de la clase trabajadora en nuestra era, convocó a los participantes del 1er Simposio Teórico Sindical organizado por el Instituto Obrero Internacional, con sede en Atenas, que busca fortalecer y promover el pensamiento marxista entre los dirigentes sindicales del mundo.
Las sesiones de trabajo virtual (plataforma Zoom) tuvieron lugar entre el 7 y el 8 de noviembre. Asistieron unos 20 invitados de igual cantidad de países. Por la Mayor de las Antillas estuvo Dania Leyva Creagh, investigadora del Instituto de Filosofía de Cuba.

La también representante de la Central de Trabajadores de Cuba ante el Comité Ejecutivo del Instituto Obrero Internacional destacó que conocer quiénes son los trabajadores en la actualidad, sus retos y cómo deben organizarse “constituye un ejercicio de conciencia y compromiso político indispensable”
Para Leyva Creagh hablar de una sociedad sin clases no es casual, “es parte de una estrategia ideológica destinada a borrar del imaginario colectivo la contradicción esencial entre trabajo y capital, y con ello, debilitar la conciencia de clase. Pero nosotros sabemos; y lo confirmamos en cada lucha obrera, en cada fábrica, en cada escuela y en cada barrio, que la división entre quienes producen la riqueza y quienes la apropian sigue siendo el eje estructural de la realidad contemporánea”.
“La clase trabajadora no ha desaparecido, enfatizó. Por el contrario, crece, se transforma y se diversifica. Ya no está compuesta únicamente por los obreros de la gran industria, sino también por los millones de trabajadores del sector de los servicios, por los técnicos, los informáticos, los de plataformas, los educadores, los sanitarios, los agricultores y los empleados que, con su esfuerzo diario, sostienen la vida social y económica del mundo”.
En un entorno laboral donde se expanden el empleo temporal, la subcontratación, el trabajo en plataformas digitales y la inseguridad laboral como expresiones modernas de viejas injusticias, la respuesta debe ser la unidad consciente de los trabajadores, sin distinción de ocupación, género o nacionalidad, propuso.
“Desde la experiencia de Cuba, sabemos que solo la unidad del pueblo trabajador, junto a su compromiso político y su conciencia revolucionaria, permite enfrentar con éxito los desafíos más duros. Y también sabemos que el movimiento sindical clasista tiene una responsabilidad enorme: la de mantener viva la claridad ideológica, formar a las nuevas generaciones en valores de justicia y cooperación, y convertir la protesta en proyecto, organización y esperanza”.
La académica cubana destacó que los avances alcanzados en la ciencia, la tecnología y la productividad humana podrían garantizar condiciones de vida dignas para toda la humanidad: “Sin embargo, la lógica del capital convierte ese progreso en desigualdad, exclusión y destrucción. Por eso, nuestra lucha no es solo por mejores salarios o condiciones de trabajo; es una lucha por una sociedad distinta, donde la riqueza sirva al bienestar colectivo y no al lucro privado”.
“El papel de instituciones como el Instituto Obrero Internacional es crucial, insistió. No basta con resistir; debemos también pensar, estudiar y formarnos, porque la batalla de ideas es hoy tan decisiva como la batalla económica o política. Fortalecer la educación sindical y la formación ideológica es fortalecer la capacidad de los trabajadores para transformar la realidad”.

