


La talla Qu-Erre del Treme
(Como dicen en las películas, esta historia está basada en hechos reales)
Por Paquito
Para Trivaldo González y García, alias Tremebundo, estar a la moda era parte de su naturaleza. Como se decía en su juventud, le gustaba hacerse el pepillo, vaya. Por eso prefería que las amistades le dijeran el Treme, diminutivo que sentía más apropiado para su edad espiritual.
—¿En qué talla tú andas, Treme? —le decían los muchachos del barrio, cuando lo veían absorto en su celular.
—Ni me digan nada, que no me pincha el QR, y pasé tremenda pena en Coppelia. Tuve que irme sin comer helado porque no pude escanear, y lo de tener efectivo.tú sabes cómo está el banco.
El Treme, ya alguna vez lo contamos, era fanático al pago electrónico, el dinero virtual, las plataformas digitales. Así que para él fue tremenda tragedia cuando luego de alguna de las recientes actualizaciones de Transfermóvil, su móvil no cogía los códigos QR ni atrás ni alante.
Lo intentó todo. Abrió y cerró el programa. Reinició. Desinstaló e instaló, preguntó a los chamacos nativos digitales de por su casa, pero nananina.
—¿Me estaré poniendo viejo? —pensó aterrado el Treme—. ¿O será mi teléfono?, se angustió. Porque el aparato de Tremebundo era tan, pero tan inteligente, que pensaba cada orden que él le daba con una lentitud que metía miedo.
No fue hasta dos o tres semanas más tarde, después de tres papelazos en el agro, uno en la bodega y otro en una cafetería, que el Treme dio con un gurú digital que descubrió ¡oh, albricias!, una opción dentro de la Configuración avanzada de otras configuraciones de la Configuración de Transfermóvil —¡vaya, que ni el mago Houdini podía adivinarlo!—, que permitía habilitar lo que siempre fue automático: el Lector QR.
Y fue así como el Treme, rejuvenecido, volvió a estar en la onda, con su Qu-Erre en talla.




