¡A la altura!

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La provincia de Camagüey será la sede de las actividades cen­trales por el aniversario 48 del Sindicato Nacional de Trabaja­dores de la Cultura (SNTC) una celebración que reconoce tam­bién como las provincias desta­cadas a Guantánamo y Holguín. La jornada, además de ser home­naje a la trayectoria de la orga­nización, es también ocasión para proyectar su futuro inmediato, en vísperas de la Conferencia Nacio­nal. Se reafirman los desafíos del Sindicato ante la necesidad de es­tar a la altura de la cultura que representa, una premisa que no admite lecturas complacientes.

La labor del Palacio de los Torcedores, sitio emblemático de la cultura cubana, es prioridad del Sindicato y de la CTC. Foto: Eddy Martin

En el contexto de los pre­parativos para el 22 Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, la organización debe plantearse objetivos concretos y tangibles. Entre ellos, figuran la revitalización de espacios em­blemáticos del trabajo cultural, como el teatro Lázaro Peña y el Palacio de los Torcedores, cuya activación plena permitiría ge­nerar un mayor impacto social y gremial. Estos sitios, más que inmuebles, son símbolos de la historia y el compromiso de los trabajadores de la cultura con el pueblo.

Igualmente relevante es la labor conjunta con otras organi­zaciones como la Unión de Perio­distas de Cuba, la Unión de Es­critores y Artistas de Cuba y la Asociación Hermanos Saíz. Son alianzas estratégicas que pueden y deben favorecer la articulación de políticas culturales más inte­grales, que respondan tanto a las urgencias del sector como a las aspiraciones de la sociedad. En este escenario, el Movimiento de Artistas Aficionados merece un respaldo sostenido, pues contri­buye a democratizar el acceso a la creación y a enriquecer el teji­do cultural comunitario.

La atención al sistema de condecoraciones, especialmente a los Héroes del Trabajo que per­tenecen al sector, es otro de los puntos priorizados en la agenda sindical. Reconocer la excelen­cia no solo dignifica a quienes han entregado su vida al arte y la promoción cultural, sino que también envía un mensaje claro sobre la importancia de la entre­ga y la vocación en este ámbito. De igual modo, el trabajo con los cuadros de la organización resulta esencial para garantizar la continuidad, la eficiencia y la pertinencia de las acciones em­prendidas.

No obstante, todas estas me­tas carecerían de sentido si no se coloca en primer plano la con­ciencia de la función del Sindica­to dentro de la política cultural del país. Pronto se celebrará la Conferencia Nacional, que debe convertirse en plataforma para repensar y fortalecer esa fun­ción. En un escenario marcado por retos económicos, transforma­ciones sociales y nuevas dinámicas de producción y consumo cultural, la labor sindical es insustituible, pues no solo se trata de velar por derechos laborales, sino de acom­pañar los procesos que sustentan la identidad y la creación.

La afiliación al Sindicato, en ese sentido, no puede asumir­se como un mero acto formal ni como un trámite sin trascenden­cia. Afiliarse significa abrir un canal de diálogo y participación, en el que los trabajadores de la cultura encuentran representa­ción, respaldo y capacidad de in­cidencia en la toma de decisiones que afectan su desempeño y su entorno profesional. Este es un punto crucial: sin una membresía consciente y activa la organiza­ción corre el riesgo de convertirse en una estructura decorativa.

Las responsabilidades del Sindicato van mucho más allá de la defensa de derechos contrac­tuales. Le corresponde propiciar negociaciones justas con las ins­tituciones, velar por condiciones de trabajo dignas, impulsar la capacitación y superación pro­fesional, y crear espacios en los cuales se debatan los problemas reales de la creación y la pro­moción cultural. Es, además, un agente que debe contribuir a la planificación y gestión de activi­dades que acerquen la cultura a la sociedad, que fortalecen así la relación de los trabajadores con sus comunidades.

La Conferencia Nacional se presenta como una oportunidad para renovar compromisos y ac­tualizar estrategias. El Sindicato necesita ser dinámico, cercano a sus afiliados y sensible a las nue­vas realidades, y garantiza que la política cultural del país se sus­tente también en la escucha activa y en la representación auténtica de quienes la hacen posible día a día.

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